Últimos reajustes en el orden mundial.
Desde la caída del muro de Berlín y la consiguiente desmembración de la URSS, el mundo claramente bipolarizado dejó de existir como tal; fue a partir de entonces, cuando muchos viejos y nuevos actores vieron la oportunidad de levantar su cabeza o sacar la patita por primera vez, para ver la forma de poder pescar en rio revuelto y hacerse con un rincón del mundo, más o menos extenso, sobre el que ejercer su influencia, y siempre con el ánimo de expandirse dentro de sus capacidades y de las posibilidades fiscas y políticas que dicho espacio y sus moradores pudieran ofrecer.
Así, poco a poco, en no muchos años, hemos ido viendo surgir y tomando fuerza a actores como China, Irán, Turquía, la propia Federación Rusa, la India, amén del mal llamado Estado Islámico (ISIS). Todos ellos buscando su área de influencia y de negocios donde poder ejercer todo tipo de domino, peso o ascendencia. Actores a los que se podrían sumar otros como Corea del Norte o Paquistán que no se resisten a vivir encapsulados en su terruño, pobreza y hambrunas y que aspiran también a dominar áreas vecinas o al menos, a jugar un papel más importante en el concierto y el orden mundial.
Los grandes océanos y mares importantes como el Atlántico, el Pacífico, el Ártico, el Índico y el Mediterráneo o los dos grandes canales (Suez y Panamá) y los aledaños de todos ellos -por diversos motivos como poder explotar los grandes recursos naturales bajo sus aguas o por las creciente capacidades de aumentar la rapidez en la conexión entre continentes- se han convertido en auténticas joyas que hacen que los ya mencionados grandes e insaciables depredadores mantengan una creciente vigilancia y actuaciones diversas sobre ellos para expandirse creando pequeñas bases navales donde no las había, con la finalidad de apoyar a sus buques de guerra y para dominar sus aguas con lo que la importancia de las armadas de cada uno de ellos y de las alianzas que surgen entre afines, van tomando un valor cada vez más en alza y por ende, el de sus navíos; día a día más sofisticados, simplificados en el armamento que portan -pero más eficiente y menos aparatoso- y eficaces en la defensa área, principalmente con y contra los drones, la inteligencia artificial, la guerra electrónica y la cibernética.
De ahí la creciente importancia que va tomando el arma submarina, quién no hace muchos años estaba pasando por momentos difíciles y que ahora, por necesidades del guion, las grandes empresas tecnológicas del ramo se esfuerzan en mejorar sus posibilidades y rapidez de inmersión, dificultad de detección y en aumentar las capacidades y efectividad del armamento (misiles y torpedos) que portan.
EEUU trata de mantenerse en el vértice de la cadena de los depredadores de popularidad o arbitrio mundial, pero juega con dos factores muy negativos en su contra, que a corto plazo pueden resultar nefastos para su continuidad y nivel de ocupación en dicho rol. Estos son, el cansancio de su población de ser los que ponen siempre el dinero (impuestos), las numerosas bajas y las enormes capacidades militares, mientras sus mal llamados aliados, se dedican a vivir como si nada les afectara y pensando que siempre estará el Tío Sam para arreglar cualquier entuerto o grave compromiso. El otro factor, quizá mucho más negativo, es la longevidad y la poca salud mental o excentricidad de los dos máximos candidatos a cubrir la presidencia del país en los próximos cuatro años. Ninguno de ellos dos es fiable en absoluto para ejercer el fuerte liderazgo que se precisa en unos momentos de cambio y máxime cuando Xi Jing Ping ha revalidado mandato hace pocos meses y Putin acaba de hacerlo; ambos a la búlgara y por varios años en adelante, aunque gozando de plena popularidad y un gran apoyo de sus ciudadanos para emprender las hazañas que sean precisas o se les antoje a aquellos.
El continente africano, excepto Marruecos al noroeste y el cono sur del mismo, está ocupado, explotado y dominado por tres de los mencionados actores, el ISIS, China y Rusia lo que además puede propiciar enfrentamientos entre ellos. Enfrentamientos, de todo tipo en su origen, desde temas comerciales y de explotación de recursos naturales, explotación de riquezas adquiridas o refinadas y hasta debidos a la expansión o persecución de creencias religiosas en algunos casos. Hechos estos, que suponen reacciones paralelas, pero que a la larga, resultan inter conexionadas como, al parecer, ha sido el caso de los recientes atentados yihadistas en Moscú.
Cosa similar se podría decir de Oriente Medio, un inmenso campo de minas, lleno de trampas de todo tipo donde la máxima común y casi exclusiva es destruir a Israel al precio que sea y para lograrlo se precisa que las actividades, las tácticas o el entrenamiento y el armamento empleado por grupos terroristas como Hamas y Hezbollah -hijos adoptivos y amamantados por Irán que son capaces de mantener abiertos, por si solos, un conflicto de alta intensidad- o de las propias fuerzas sirias, que en este caso actúan contra facciones del ISIS. Unas fuerzas y guerras estas últimas, alimentadas por Rusia en ‘apoyo’ a un país nada democrático a cambio del libre acceso o la posesión de bases logísticas en territorio sirio, a orillas del Mediterráneo.
Es en esta zona, abandonada por EEUU de la noche a la mañana y sin ningún tipo de explicación, en la que la simbiosis entre Irán y Rusia es muy grande para, fundamentalmente, perseguir al ISIS y donde de vez en cuando y siempre que estos últimos se lo permitan, aparece Turquía para hacer de las suyas o combatir a sus propios y permanentes enemigos, los kurdos, allá donde les identifiquen, aunque sea fuera de las fronteras turcas.
Parece ser que Recep Tayyip Erdoğan, el presidente de Turquía desde agosto de 2014, de momento, se podría contentar con haber dado la vuelta a la política y a la religión de su país -como se hace con un calcetín- para poder controlarlo a su modo y manera y con mantenerse satisfecho haciendo valer, de vez en cuando, su peso y manifiesta disconformidad con las decisiones adoptadas en el seno de la OTAN y, por otro lado, consiguiendo que internacionalmente se les consienta, sin mucho ruido externo, seguir combatiendo a los molestos kurdos -aunque con mano dura y sin piedad- en busca de lograr una parte importante de su permanente exterminio.
Actualmente, todo apunta a que el otro actor importante en la zona, Arabia Saudí; eterno enemigo de Irán, se mantiene distraído o muy ocupado con los grandes cambios de políticas nacionales que traen consigo importantes adquisiciones de productos y tecnologías de todo tipo, hasta de lo más insospechado y en la construcción de un país potente y moderno, incluso en sus fuerzas armadas, donde se diversifican y operan la mayor parte de las más importantes empresas multinacionales y se emplea todo tipo de fuentes de energía; debido esto último, a su firme creencia en las obligaciones que definitivamente y sin ninguna duda, acarrearán, a poco tardar, las exigencias mundiales derivadas del cambio climático y en que, en el futuro, otro tipo de energía es posible; más limpia y mucho más barata, sin tener que recurrir a los productos derivados de los fósiles, a pesar de ser uno de los países que más los posee.
Hablar sinceramente de Europa no es nada sencillo; el viejo continente, otrora, eje del mundo, cuna de las lenguas y las culturas, que dominó al resto del mundo durante siglos en diversas fases o etapas, se ha convertido en algo insignificante. Una serie o amalgama de países viejos y muy acomodados por dejarse llevar, durante muchos años, por la bonanza de vivir la vida al día y sin preocuparse del más allá, con la certeza absoluta, de que los norteamericanos nunca les van a abandonar frente a los caprichos rusos y pensando que sus capacidades económicas y de mercado serán suficientes para que el resto del mundo baile a su lado, les respete y les compre todo lo que produzcan. Una zona, en la que sus inexpertos y frágiles dirigentes individuales y colectivos (UE) se pasan el tiempo sonriendo entre sí, pensando en nimiedades o cuitas internas y lanzando al mundo ocurrencias de poco peso y de nulo efecto real para solventar los problemas, enquistados o no, ya existentes en el tablero internacional o a punto de surgir, que debían preocuparles mucho más, porque a medio o largo plazo, acabaran por salpicarles.
Europa basa su defensa, casi exclusivamente, en la OTAN, en la creencia de que esta alianza será eterna y en que los más paganos (EEUU) nunca se van a cansar de pagar la fiesta y las copas de un baile que dura ya muchos años y al que, además, se acaba de agrandar alegre y desaforadamente con varios miembros más, con lo que han aumentado enormemente los kilómetros de frontera común con Rusia. Movimientos estos, que no han gustado nada a Putin por lo que a este lado de dicha frontera común, ya se empieza a hablar de que, tras la más que previsible y miserable caída de Ucrania por abandono de sus suministradores de armas gratis, el espacio de la OTAN (total o parcialmente) será la próxima pieza a caer en el tablero expansionista del sátrapa, porque él sabe que una OTAN debilitada no será capaz de reaccionar adecuadamente yanque nuestras capacidades militares (las europeas) son exiguas o muy deficientes, no estamos bien entrenados en el combate real y no disponemos de reservas estratégicas (tropas, munición y armamento) con las que alimentar la batalla de forma prolongada. De ahí, que ya empiecen a oírse en algunos países el resurgir de movimientos hacia la recuperación del servicio militar obligatorio y en potenciar la industria o el gasto en armamento de forma individual y hasta colectiva.
De ganar Trump las próximas elecciones en EEUU, cosa más que probable, es muy previsible que ponga en práctica las amenazas lanzadas en su anterior mandato y que fuero desoídas por la mayor parte de los miembros de la OTAN, entre ellos España, a pesar de haber sido fuertemente contraídas por todos los aliados en la Cumbre de Gales de 2014 en lo referente a aproximar el gasto en defensa al 2% del PIB de cada país.
Trump es un hombre de negocios, terco como una mula, pero muy claro y directo y no le gusta que mandatarios poco duchos o ciertamente mindundis le tomen el pelo y que haya demasiados gorrones sentados en torno a una mesa en la que él paga la mayor parte de las viandas y las bebidas. Por tanto, el futuro de la Alianza empieza a ser incierto y Putin esperará pacientemente que esto suceda, como el zorro que aguarda a que sus presas, finalmente, muevan la nieve para respirar y delaten sus debilidades y presencia.
La UE no tiene política ni capacidad de planeamiento de defensa, ni fuerzas propias; tampoco tiene doctrina ni un mando único, lo que dificultaría por no decir le hace imposible, que algún día pueda ser una entidad respetable o de enjundia en dicho aspecto.
En otras grandes áreas del mundo como Sudamérica, no hay un actor físico claramente definido, si bien la influencia más que la presencia, rusa y china, son cada vez mayores. De momento, la ideología de tipo social comunista es la que impera allí y ejerce una grave influencia sobre la zona dominando y manejando a distancia los gobiernos de muchos de los países que lo integran, con la consiguiente merma para la explotación real y efectiva de sus capacidades naturales de riqueza y para el ejercicio de la libertad de expresión democrática de sus ciudadanos.
La inoperancia e inutilidad de la ONU en el concierto mundial es más que sobradamente conocida. En estos días hemos sido testigos y observado con asombro que su sistema de toma de decisiones la hace inútil, lenta, muy costosa y con tendencia a desaparecer. Sus escasas resoluciones de enjundia, vendidas con toda la parafernalia, no son tales ni aceptadas por casi nadie y mucho menos cumplidas en su contexto o totalmente por los implicados. Su papel, a pesar de la gravedad y duración de todos los conflictos abiertos hoy mismo en la arena internacional, y de los posibles o cercanos a aparecer, es francamente irrisorio e irrelevante.
Con estos mimbres y con una situación económica global nada boyante, el mundo está vacilando diariamente hacia donde inclinarse y a quien seguir; precisamente, en unos momentos en el que, además, el número de actores con intereses diversos y caprichosos es mucho mayor, por lo que pueden desestabilizarlo en cualquier momento por ellos mismos o como consecuencia del estallido de un conflicto menor o regional.
A la vista de tal grado de conflicto e incertidumbre y por la ausencia de auténticos lideres mundiales que censuren o corrijan a los que se desmandan o que de forma clara, marquen el rumbo general a seguir y que este sea bueno y factible, ya empiezan a surgir voces, no muy desviadas o bastante autorizadas, que empiezan a predicar o temer la posibilidad de una tercera Guerra Mundial en la que la que lo peor, será averiguar con tiempo suficiente, el posible escenario donde se juegue dicha partida. Veremos qué ocurre.