Superemos las diferencias por el bien de los dos países
En las próximas semanas los Estados Unidos y México tendrán que reunirse para refrendar la agenda bilateral vigente o en su caso replantearla.
Entre la detención del Mayo Zambada y el hijo del Chapo, más la reciente nota diplomática mexicana en contra de las declaraciones del Embajador de Estados Unidos en México, derivado de su opinión sobre la reforma al sistema judicial mexicano propuesta por Lopez Obrador, y la toma de posesión de la doctora Claudia Sheinbaum, como nueva Presidenta de México que será dentro de unas semanas, se marcará el inicio formal de los días cruciales de trabajo institucional para integrar una posición sólida y firme ante las presiones estadounidenses, sin que esto signifique que no se pueda avanzar previamente a pesar de las diferencias ya expresadas entre el embajador y el presidente saliente.
La historia de México y Estados Unidos relacionada con los temas de comercio, migración, fronteras, seguridad, justicia, defensa, democracia y derechos humanos siempre han transitado por caminos sinuosos, llenos de todo tipo de obstáculos y adversidades.
La necesidad de un entendimiento mutuo y la prevalencia de la sensibilidad diplomática, acompañada de la capacidad técnica en los equipos negociadores podrían diluir algunas diferencias y construir agendas con un interés común.
El problema, es que en noviembre habrá elecciones en Estados Unidos y no será posible encontrar acuerdos importantes y trascendentes en estos días. Habra que esperar, pero será tiempo suficiente para que Claudia Sheinbaum haya cumplido el primer mes de su gobierno y entonces en el caso de que fuera Kamala Harris quien gane la presidencia de Estados Unidos probablemente los ajustes de la agenda bilateral serán bajo un ambiente, aunque no fácil, más terso y con objetivos afines a lo que actualmente se trabaja. Se insistirá en lo que no se logró consenso y se replanteará en lo que no se avanzó, trazando estrategias y acciones nuevas o complementarias. Pero de ser ganador el Partido Republicano seguramente las negociaciones se tornarán más complicadas y ásperas.
Lo hemos vivido en el pasado en los cuatro años que gobernó Trump y no habría razón de que fuera diferente en un probable segundo mandato. Sin embargo, tampoco será un camino fácil de noviembre a enero, por que seguramente habrá impugnaciones y una feroz discusión entre el.grupo perdedor y el ganador antes de su juramento en enero y eso complicará nuevamente los trabajos diplomáticos para consolidar las relaciones.
Más allá de quién gane las elecciones presidenciales en Estados Unidos, lo cierto es que México sí requiere trabajar sobre diversos temas en una agenda común como es el problema del crimen organizado, no sólo delineando la política pública de seguridad que enmarcará sus acciones gubernamentales en los próximos 6 años, como ya fue anunciado, sino profundizando y diferenciando, en aquellas temáticas que requieren un énfasis particular, ya sea, por la naturaleza de los delitos que se cometen, por los imputados y víctimas que se involucran, por el bien jurídico que se tutela o por el carácter trasnacional de su dinámica y lo mas paradójico es que ambos países saben dónde existe el interés compartido entre las dos naciones, pero no podremos enfrentarnos a una negociación justa y equilibrada si previamente, no se reconoce entre las autoridades de Mexico y Estados Unidos nuestras virtudes y defectos, así como los temas en los que hemos avanzado y en los que tenemos nulos resultados o retrocesos y en los que se debe hacer algo total y absolutamente diferente.
Superemos las diferencias por el bien de los dos países y no destruyamos lo que está bien, rehagamos lo que necesita cambios como acciones que guardan en cierto sentido gran coincidencia entre sí, por ejemplo: la seguridad fronteriza México Estados Unidos y México Guatemala y Belice con atención tambien de las causas de migración pero con la obligación de mejorar la coordinación interinstitucional, la profesionalización de las Fuerzas Armadas, policías y fiscalías, el combate a la corrupción e impunidad, el equipamiento adecuado y de nueva generación, la mejora salarial y la utilización de tecnología con fines de inteligencia criminal.
Todas ellas comparten un común denominador: el reconocimiento de un problema real que requiere atención y esfuerzo inmediato entre los países involucrados. Por ello, es conveniente que independientemente de quien sea la ganadora o ganador de las elecciones estadounidenses, exista la sinergia necesaria para sumar puntos de vista, opiniones especializadas y experiencias para conformar una auténtica estrategia de seguridad y defensa regional, que posea en su confección, la cohesión y legitimación necesaria para enfrentar al crimen bajo el mismo frente internacional.
No existen soluciones mágicas, ni todavía está por inventarse el agua tibia, reconozcamos lo que ha funcionado, fortalezcamos lo bueno y desechemos lo malo, en todos está la posibilidad de hacerlo efectivo.