Que Rusia está presente en África es un hecho constatable desde hace años y no solo a nivel militar.
Wagner sigue expandiéndose por África ante la falta de oposición occidental y posiblemente lo haga también a Argelia y Túnez. De hecho, el primero de estos dos países ya ha manifestado que financiará a Wagner en Mali.
Si observamos los países del norte de África en los que Rusia tiene presencia habría que detenerse en el pasillo que podría tener Moscú conectando el Mediterráneo desde Libia o Argelia con el Atlántico a través de Guinea, corredor por donde además también transcurren las principales rutas de los tráficos ilegales y del crimen organizado.
De esta forma Rusia recuperaría la influencia en África que perdió en la década de los noventa en el denominado el gran retorno. Y es que Rusia ha sabido aprovechar bien la situación actual en este continente con sus negociaciones con países como Republica Centro Africana, Sudan, Mali, y veremos si también Burkina Faso.
Es importante realizar un análisis detallado sobre el papel de Rusia en Argelia, donde en las últimas semanas se han estrechado las relaciones económicas y políticas, y donde conviene recordar que existe frontera con el Sahel, lugar de especial interés para la Unión Europea y con presencia del Grupo Wagner.
Igualmente, Argelia ha permitido el uso de su espacio aéreo para que Rusia pueda llevar a cabo operaciones militares en Mali mientras que a Francia se lo ha vetado.
Pero no olvidemos que la cooperación entre estos dos países viene de antiguo, en concreto desde su independencia, y que la mayor parte de las armas que atesora son de procedencia rusa y china.
Lo que es evidente es que Rusia se quiere expandir por más países africanos. Ya lo hizo en Libia, Sudan o RCA y ahora le toca el turno a Argelia, Mali y, como decíamos, previsiblemente a Burkina Faso. Una salida al Atlántico es una opción muy apetecible tanto para Rusia como para China, por lo que deberemos estar pendientes de los próximos pasos que se produzcan en esta zona.
Por su parte, Argelia pretende hacer uso de su amistad con estos dos gigantes en contraposición con Marruecos, que tiene por socios a Estados Unidos e Israel. Ya pudimos ver los ejercicios conjuntos entre la armada rusa y la argelina en el Mediterráneo en noviembre de 2021, en plena crisis entre Marruecos y Argelia, donde ambas flotas realizaron ejercicios de cooperación para impulsar la seguridad regional.
Algunos autores plantean la posibilidad de que Rusia esté convirtiéndose en un retador dentro de esta “zona gris”, mediante acciones principalmente políticas, económicas y militares para consolidar su poder e influencia, y debilitar a sus adversarios en posiciones estratégicas en el continente africano. África se estaría convirtiendo así en un escenario de disputa entre Rusia y occidente, con importantes ganancias geoestratégicas para Moscú y pocos beneficios para las naciones africanas donde está interviniendo.
Hay que recordar que una de las ideas principales de Rusia es atacar a Europa desde todos los frentes posibles. Rusia sabe que una de las debilidades y desafíos de la Unión Europea es hacer frente al flujo migratorio que llega desde África, así como el que llega desde Oriente como ya lo vimos en el caso de Turquía, que tuvo que hacer de tapón cuando la guerra en Siria, o como lo hace Marruecos.
Argelia es aliado estratégico de Rusia y, tras el giro dado por Pedro Sánchez respecto al Sahara, ha conseguido el consiguiente enfado de su gobierno. Hasta ahora este ha sido un socio fiable de España en materia migratoria hasta el punto de que cuando detectaban que un grupo de inmigrantes iba a cruzar a España les detenía y les expulsaba.
Tras la crisis diplomática, con la ruptura del Pacto de Amistad, estamos viendo cómo están llegando las primeras embarcaciones a Baleares con más de un centenar de migrantes.
Desde el ámbito de FCSE se asegura que, en la costa argelina, la policía no tiene previsto contener la salida de migrantes por mar en cayucos, como sí sucedía hasta ahora. Estas acciones se encuadran dentro de lo que denominamos amenazas híbridas.
No sería descartable otra crisis migratoria en Europa como respuesta por las sanciones a Rusia, similar a lo que Alexander Lukashenko hizo con la UE a fines del año pasado, y podría hacerlo vía Libia o vía Argelia.
Pero no es preocupante solo el tema de la migración, ya que el grupo Wagner en Libia se ha hecho con el control de facto de la base aérea de Jufra, cerca de Sirte. Si el ejército ruso algún día decide tomar el relevo de los mercenarios y desplegar misiles balísticos allí, la defensa de Europa estaría en una situación totalmente nueva y sería una grave amenaza al flanco sur. Es por ello por lo que es necesario un mayor intercambio de inteligencia y una mejor vigilancia de dichas amenazas híbridas.
Cada vez más es necesaria no solo una política exterior común europea sino también un ejército europeo propio frente a este tipo de amenazas, pues los intereses de la OTAN no siempre son los intereses de Europa tal y como estamos viendo con lo que está ocurriendo en el flanco sur, que queda fuera de su órbita frente a la amenaza híbrida rusa.
Tanto la Unión Europea como la OTAN deben extender su área de influencia en el Sahel y el norte de África, principalmente a través de acuerdos de cooperación bilaterales con países dispuestos a adquirir destrezas y capacidades para asumir ellos mismos el reto de afrontar sus amenazas internas.
Europa no debe permitir que la escalada vaya a más porque no se puede permitir tener un Magreb desestabilizado, ya que este hecho, unido a todo lo que está ocurriendo en el Sahel, se convertiría en un polvorín a las puertas del viejo continente.