Recordemos la historia para atender la epidemia de las drogas
“Quizás la única lección que nos enseña la historia es que los seres humanos no aprendemos nada de las lecciones de la historia”. Aldous Huxley ¿Te acuerdas de la epidemia del crack en Estados Unidos? La historia se repite, porque es el ser humano el que no quiere aprender de ella, ya que ello le privaría de cumplir sus deseos más tenebrosos y sombríos. Resulta interesante ver el video publicado en YouTube en el siguiente Link Publicado por Vice titulado ¿Es Cierto Que la CIA Vendió Drogas en Los años 80? | The War on Drugs lo que nos lleva hacernos la siguiente pregunta: ¿Qué pasaría si Estados Unidos hubiera enfrentado la epidemia de crack de la década de 1980 con atención médica en lugar de usar solamente la policía y la prisión?
Respecto al tema del consumo de drogas ilícitas, tenemos amplia información de lo que se ha hecho para combatirla desde estrategias policiales e incluso articulando acciones con las fuerzas armadas, pero hablando de historia ¿Conoces al Doctor mexicano Leopoldo Salazar Viniegra?
Se conoce poco de las políticas públicas que México implemento contra las drogas despues de los años de la revolución mexicana. Todo empezó con los trabajos de investigación precisamente del Dr. Salazar Viniegra a partir de 1938, gracias a su propuesta se implementó en México una estrategia exitosa, pero desafortunadamente, solo duro unos meses desde que se implementó en el año de 1940, pero a pesar de ser un periodo breve, vale la pena reflexionar sobre sus éxitos, conocerla y en todo caso buscar su renacimiento.
En 1940; último año del mandato del presidente de México, Lázaro Cárdenas se promulgó el Reglamento Federal de Toxicomanías, en el que se eliminaron diversos decretos punitivos que consideraban el consumo, posesión y venta de drogas como un delito.
El paradigma de este reglamento dejó de considerar a las personas con problemas de abuso de drogas como criminales y las pasó a la categoría de enfermos.
Esta normativa; hizo que el Estado Mexicano, monopolizara la venta y suministro de fármacos considerados drogas, por lo cual el tráfico ilícito continuó siendo perseguido por los encargados de hacer cumplir la ley, las fuerzas armadas y con castigo de prisión, pero a la par habia una atención al adicto y suministro de drogas por medio de clinicas de salud del gobierno.
En ese sentido; con la puesta en marcha del Reglamento Federal de Toxicomanías, se abrieron varios dispensarios del gobierno que estaban a cargo del Departamento de Salubridad Pública, ojo, no estaban los dipensarios en manos de particulares, solo los administraba el gobierno.
La meta del gobierno era suministrar las dosis a manera de tratamiento a las personas que tenían dependencia a alguna sustancia psicoactiva y registrar a todos los adictos posibles para que fueran atendidos por las instituciones de salud.
El primero de estos dispensarios se ubicó en la Ciudad de México y como señala el historiador Benjamín Smith, especialista en historia latinoamericana y de México, el éxito de esta estrategia es que los bajos precios de las drogas que se ofrecían en este tipo de clínicas administradas por el gobierno, pronto causaron estragos en el comercio ilegal, causandole problemas a los narcotraficantes y al crimen organizado el cual, además, ya no tenia el control del mercado por el precio y por que ponía a la venta, sustancias sin garantía sobre su pureza y simplemente, los delincuentes no podian competir con el gobierno.
Actualmente; una propuesta de esta naturaleza llevada a la practica en diversos países, pero sobre todo, en los Estados Unidos, podrían disminuir considerablemente las muertes por sobre dosis de fentanilo, ya que los consumidores, acuden al mercado negro a conseguir sustancia iliciticas, las cuales, están adulteradas con fentanilo y otras drogas, que no necesariamente son las que desean comprar pero, al estar adulteradas, simplemente el consumidor, no se da cuenta, con resultados fatales.
De acuerdo con el periodista e historiador Froylán Enciso, autor del libro “Nuestra historia narcótica: Pasajes para (re)legalizar las drogas en México”, esto sucedió debido a que, en lugar de que los consumidores recurrieran a contrabandistas para acceder a sustancias psicoactivas, éstos podían acudir con un profesional de la salud, para que les suministrara dichas drogas enmarcadas en un tratamiento que buscaba superar su adicción.
De igual forma; según explica el historiador Ricardo Pérez Montfort, autor del libro “Tolerancia y prohibición. Aproximaciones a la historia social y cultural de las drogas en México, 1840-1940”, uno de los personajes que hizo posible que la regulación de las drogas en México fuera una realidad, fue el doctor Leopoldo Salazar Viniegra, quien realizó una serie de exhaustivos estudios que apostaban por acabar con los prejuicios y mitos construidos en torno a diversas drogas.
Su postura se centraba en un proyecto de reinserción social que incluía educación, tratamiento y apoyo psiquiátrico.
Imaginemos ¿Cuánto más preparados podríamos haber estado hoy para una pandemia de consumo de drogas mortal, y cuánto más resistentes después de recordar las diferentes experiencias aprendidas, si hubiéramos construido una infraestructura de salud pública con clínicas de tratamiento, viviendas, otros recursos y apoyos destinados a restaurar la salud de los vecindarios afectados por el consumo de drogas?
¿Qué puede pasar si empezamos a reclutar, capacitar y pagar adecuadamente a una generación de clínicos, médicos, enfermeras, investigadores, consejeros y educadores para enfrentar la crisis de las drogas y al mismo tiempo, invertir en fortalecer a las policías y las fuerzas armadas para combatir el crimen organizado?
Las décadas de los años 1940, 1950, 1960, 1970 y 1980 fueron los años de la bifurcación en el camino y a finales del siglo XX y principios del siglo XXI, vivimos los estragos de la ruta que elegimos.
Para saber qué hacer ahora, es esencial recordar lo que no hicimos entonces.
La epidemia del Crack en los años de 1980; se asoció con un aumento alarmante en las visitas a la sala de emergencias de los hospitales derivado al consumo de rocas de cocaína fumable, más baratas que la cocaína en polvo y altamente rentable para proveedores y comerciantes sin impórtales el problema de salud que podrían ocasionar a los consumidores.
A medida que avanzaban los años, la cocaína en roca, se popularizo con el nombre de “crack”, convirtiéndose en una sustancia temerosa que amenazaba con destruir a los Estados Unidos.
El frenesí contra el crack precedió a la verdadera epidemia; que despegó a mediados de la década en que el Congreso sancionó por poseer la sustancia 100 veces más que por cantidades similares de cocaína en polvo, la razón era engañosa, el crack era más adictivo, una afirmación que estudios posteriores demostró ser falsa. La posesión de crack puede haber sido atacada porque estaba asociada en la mente del público con usuarios afroamericanos, y el polvo con blancos acomodados. El pánico nacional teñido por la supuesta raza adepta al crack reformuló y revitalizó la “guerra contra las drogas” que el presidente Nixon declaró en 1969.
Resultado de lo anterior; trajo como consecuencia, incrementos de crímenes violentos, ya que las ganancias del crack obligaron a los narcotraficantes pelear el mercado y el territorio y usaron para tal efecto, ejércitos urbanos compuestos de pandillas callejeras, por lo que la competencia se volvió mortal y la tasa de asesinatos de jóvenes negros se duplicó, al mismo tiempo, la respuesta de las fuerzas del orden y lo que más tarde se conoció ampliamente como encarcelamiento masivo, hizo que las comunidades negras que durante décadas habían sufrido negligencia oficial, de repente, vieron una asombrosa inversión de recursos públicos, en forma de policías violentos en su contra.
Debemos tener en el radar que funcionarios de salud consideran que las oleadas de asesinatos, la despoblación masculina de comunidades y el racismo son crisis de salud pública equivalentes a epidemias de drogas o virales.
Así; la salud, está íntimamente ligada a las oportunidades sociales y económicas, la calidad de nuestra educación, la seguridad de nuestros lugares de trabajo, la limpieza de nuestro aire y la disposición de la familia, amigos, vecinos, compañeros y funcionarios para brindar ayuda cuando cualquiera de nosotros está en crisis.
Se debió por lo tanto; corregir esa disparidad y al mismo tiempo, aplicar la Ley y el orden con la respuesta de la policía y las cárceles, pero, el error fue que solo se apostó por la fuerza pública y no se implementó una estrategia por ejemplo, como la aplicada en los años de 1940 en México por el Dr. Leopoldo Salazar Viniegra.
Es decir; la epidemia de crack en Estados Unidos fue una oportunidad perdida, el legado de la década de 1980 podría haber sido una infraestructura de servicios que proporcionara a las personas en crisis, un lugar al que acudir para recibir atención en adicciones y un conjunto de estándares de calidad de salud exigibles.
Hoy en día; con la crisis del fentanilo y otras drogas sintéticas, estamos llamados a responder de manera diferente esta vez. Ahora debemos hacer lo que no pudimos realizar, construir un sistema de atención y salud pública donde el Estado tenga el Monopolio y no los particulares para el suministro de drogas, es el gobierno el que debe fomentar la salud, la seguridad y la justicia, y construir la costosa infraestructura de la policía, juzgados y las cárceles, pero también, los dispensarios necesarios para atender el problema de salud pública.
La droga no sólo daña la salud; afecta el tejido social, frena el crecimiento de las inversiones y la creación de empleos, quebranta nuestro Estado de derecho y propicia violencia e inseguridad.
Las consecuencias para la salud provocadas por el consumo de drogas ilícitas; siguen siendo motivo de preocupación para el Estado mexicano y a nivel mundial; hoy, observamos que en todas las naciones, en mayor o menor medida, enfrentamos el crecimiento del consumo entre nuestras poblaciones.
Se ha demostrado que el consumo de drogas está asociado a conductas delictivas tanto en la fase en la que el sujeto se encuentra bajo el efecto de los psicotrópicos como en la abstinencia.
El crimen organizado y la violencia se alimentan mutuamente; obteniendo ventaja de la fragilidad e inestabilidad de las instituciones públicas, porosidad y deficiente control de los puntos fronterizos terrestres, aeropuertos y puertos.
Aquí está el desafío mayor, si se tiene en cuenta que el 80% del comercio mundial se realiza por mar.
Los carteles mexicanos siguen expandiéndose en Latinoamérica y otras partes del mundo asociándose con otros carteles de otros países, por lo que no es difícil predecir qué sustancia ilícita se convertirá en el “próximo fentanilo”, pero una cosa es segura: SERÁ SINTÉTICA, toda vez que las drogas sintéticas son el presente y el futuro del narcotráfico y esto es porque las drogas como la cocaína, la heroína y la marihuana, requieren grandes extensiones de tierra y climas favorables para su producción. Estas drogas; seguirán produciéndose pero a menor escala, ya que serán mezcladas con drogas sintéticas, que son fáciles de transportar. Son relativamente baratas y fáciles de fabricar, más potentes que las drogas tradicionales e increíblemente más lucrativas; por lo que desde la perspectiva de un narcotraficante, las drogas sintéticas son un producto muy superior y no les importa la salud del consumidor.
A finales de 2021, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito ha documentado más de 1100 nuevas sustancias psicoactivas (drogas sintéticas diseñadas para imitar los efectos de las drogas ilícitas más comunes) en más de 134 países de todas las regiones del mundo.
Ninguna de estas nuevas sustancias psicoactivas captura el mismo tipo de cuota de mercado que el fentanilo, pero está claro que la gente está buscando la próxima gran novedad.
Si adecuamos la estrategia contra las drogas; podríamos, tal vez, en 30 años, volver a mirar hacia atrás en el camino y veríamos posiblemente, que ya se está haciendo lo correcto.
Es necesario recordar la historia; analizar éxitos y fracasos, para aprovechar las oportunidades que se nos presentan y enfrentar de esta forma, la actual crisis de consumo de drogas. Construir, nuevas estrategias permitirá a todo el sistema renovarse frente a las nuevas tendencias del tráfico de drogas y del consumo de las nuevas sustancias psicoactivas.