La necesidad de inteligencia se presenta de muchas formas, algunas de manera imprevista, otras meramente siendo un trámite para reafirmar el hecho; muchos análisis son muy técnicos, mientras que otros son rápidos y genéricos. El desafío consiste en determinar cómo llevar la inteligencia de seguridad adecuada al responsable de la toma de decisiones para que opte por las medidas más correctas.
Los profesionales de la seguridad pueden aprender mucho siguiendo procedimientos estandarizados y ya comprobados en la inteligencia, con el uso de las nuevas tecnologías y los nuevos sistemas para dar solución a las necesidades cada vez más exigentes.
En este artículo que nos ocupa distinguimos tres tipos de inteligencia: la inteligencia estratégica informa a los tomadores de decisiones más importantes, la inteligencia corporativa está dirigida a quienes toman las decisiones del día a día y la inteligencia funcional se centra en respuestas que requieren rapidez ante una necesidad inmediata. Estos tres tipos tienen el objeto de diseñar soluciones y ayudar a todas las partes involucradas a comprender su papel en la entrega de información de manera eficiente y efectiva.
Las nuevas herramientas como ciberinteligencia estratégica son análisis e información que puede ayudar a las organizaciones a comprender el tipo de amenaza contra la que se defienden, la motivación y la capacidad del actor de la amenaza y los posibles impactos de la misma. Esta información permite a los analistas de seguridad planificar los recursos y realizar planes de choque que serán necesarios para protegerse y mitigar las amenazas actuales y futuras, así como a estructurar su organización interna y reforzar sus capacidades de respuesta a incidentes.
La información sobre la amenaza causa diferentes decisiones a distintos niveles. Así, asegurarse de tener la correcta en cada nivel puede mejorar significativamente la capacidad de defender su organización. Por otro lado, también es necesaria para planificar programas de capacitación para su personal de ciberseguridad y Tecnología de la Información (TI), así como para los ejecutivos que deberán responder a situaciones operativas en curso.
La inteligencia estratégica promueve una mayor coordinación y colaboración con otras organizaciones en parte debidas a los estándares definidos por la Organización Internacional de Normalización (ISO) u otros similares.
También puede ayudar a su organización a comprender el grado de complejidad y las capacidades necesarias para construir acciones necesarias para mitigar riesgos.
Optimizar la inteligencia a todos los niveles de la organización puede mejorar significativamente la calidad de sus decisiones. Esto puede convertirse en un círculo particularmente interesante, ya que el uso de buena inteligencia motivará más tareas, lo que, a su vez, mejora la postura de seguridad de una organización y su capacidad para mejorar las buenas prácticas de la Inteligencia.
***Roberto Medina Hernández – Analista Inteligencia y Experto estudio de requerimientos de inteligencia para el desarrollo de estrategias dentro del Análisis