Impotencia, poca vergüenza e incapacidad. No llevamos ni dos semanas de guerra en Ucrania y a pesar de ser injusta, no declarada y ocasionada por las manías de un loco, el mundo ya ha tirado la toalla al centro del ring, ha sacado la bandera blanca y se ha convertido en un vergonzoso espectador, para ver desde su butaca las cosas, atrocidades y miserias pasar.
No será porque no llevaba meses la Administración norteamericana anunciando que esto iba a llegar. No les creímos o, lo que es peor, pensábamos que exageraba porque otras veces sus “provocados fallos” en inteligencia llevaron al mundo a una guerra sin una verdadera causa que la pudiera mínimamente justificar.
No caímos en pensar, que, en aquella ocasión, la de las armas químicas en Irán, a ellos les interesaba crear la imagen y dar la sensación de forma patente y clara para que, con ella, sus actos de ocupación sobre aquel país fueran más que necesarios para evitar un mal mayor, y nadie les pudiera criticar.
Todos sabemos, que los malos dirigentes o aquellos cuya incapacidad es grande y manifiesta, tratan de influir en sus servicios de inteligencia para calmar los ánimos de la población o para apoyar sus guerras o posturas bélicas de forma patente, falsa y muy singular.
Tampoco, Putin nos ha ocultado para nada su plan para invadir Ucrania, y someterlo a una masacre. Un plan basando en viles y execrables actos; en razones que no tienen peso alguno y que cualquiera, por pueriles y falsas, fácilmente, las puede desmontar.
Lleva años comiéndose aquellas partes de Ucrania y de otros territorios a su alrededor qué más precisa o le apetecen por capricho o necesidad, sin que la Comunidad Internacional diga o haga nada para sus pasos parar. Ahora, nos justificamos y acallamos las conciencias, diciendo y proclamando, que nadie podía pensar que, al borde de acabarse el primer cuarto del siglo XXI, una acción tan espantosa, ruin y cruenta como esta, pudiera pasar.
De acuerdo, toda escusa es válida para un mal perdedor. Pero, si analizamos nuestros pasos recientes y actuales, vemos que las justificaciones, los inventos y los parches dados sobre la marcha son pobres, poco resolutivos y nada van a poder arreglar.
En la OTAN, la UE y en muchos países miembros de ellas, se acaban de revisar sus medidas y planes de seguridad y defensa (España entre ellos) nacional y colectiva, sin contemplar ni siquiera la posibilidad del más mínimo incidente en aquella zona, a pesar de como hoy vemos, lo mucho, que su inestabilidad, nos podía llegar a afectar.
La OTAN a por uvas, discutiendo si eran galgos o podencos, casi a punto de disolverse y frotándose las manos porque su próxima Cumbre -que paga el país organizador- era en Madrid y aquí, como todos saben, suele ocurrir que en estos jolgorios internacionales a cargo de sufrido contribuyente están garantizadas tanto la juerga, como el buen yantar.
Putin jugando al gato y al ratón, moviendo sus fuerzas a su antojo y sin ton ni son; diciendo que eran unas simples maniobras, cuando en realidad eran actos de acumulación de medios, entrenamiento en acciones de fuego real y de acoso psicológico a los ucranianos sin cesar.
Trataba de amedrentarlos, bajarles la moral, hacer que su presidente-humorista se meara en los pantalanes y saliera corriendo del país, donde tras una guerrita relámpago, pegando solo cuatro tiros; de nuevo, y como en ocasiones anteriores, pudiera instaurar un gobierno marioneta o simplemente, esta vez, todo su territorio poder anexionar.
Tan solo los americanos del Tío Sam veían la jugada; pero ante su contumaz insistencia, algunos occidentales empezaban a reírse de ello, al considerarla una alarma muy “poco fundada y pertinaz”, porque la anunciada ofensiva no se producía y, al contrario, los rusos mostraban al mundo entero ciertos movimientos de tropas, que simulaban que sus soldados se replegaban y volvían a casa tras unas maniobras agotadoras, pero nada más.
Falló la inteligencia individual y colectiva de la UE, la OSCE, Naciones Unidas y, sobre todo, la de la OTAN, que es la organización que sobre la defensa de Europa más tiene que hablar; porque no lo olvidemos, es su auténtica razón de ser y casi única prioridad.
Putin se cansó de dar vueltas en el tiovivo y, sin declarar la guerra a un país vecino, democrático y soberano, lanzó una pequeña ofensiva sobre él, que pronto, contrariamente a los previstos planes por sus estados mayores, se volvió en su contra, por lo que aquellos cálculos y acciones iniciales se tuvieron que cambiar.
Ante tal atropello y ruindad, la ONU mostró su total y absoluta impotencia e incapacidad, un Organismo mastodóntico, que está aquí para evitar este tipo de actos ilegales y crueles, solo mostró sus incapacidades, que tiene los pies de barro y las manos atadas por Rusia y en algo China; dos países que forman parte de su Consejo de Seguridad como miembros permanentes, con derecho de veto a la hora de votar.
La OTAN pronto se escudó, en que, según sus estamentos y acta constitucional, no lucha en terrenos que no son parte de sus Aliados, de su interés o responsabilidad; obviando, impúdica y vergonzosamente los años que ha estado desplegados y guerreando en Afganistán, y sus intervenciones más o menos prolongadas y cruentas en escenarios como los Balcanes e Irán.
La UE la pobre, sabe que para esto no se creó, aunque con un tal Borrell a la cabeza quiere jugar a ser mayor; aunque conoce, que la idea de ser algo mejor en cuestiones de defensa y seguridad, son sueños caros y, por el momento, bastante idílicos, a los que solo dentro de muchos años o incluso nunca, se harán realidad. Por lo que se ha limitado a jugar la baza de la economía por ver, si en ese mar revuelto, en algo pudiera influir o sacar.
China expectante sobre el escenario bélico y a la espera de lo que sucede con Rusia. Como aliado especial militar y económico ruso, no quiere involucrarse, de momento, a no ser que las circunstancias le obliguen a tomar parte de forma clara y sin medias tintas, a poner sus cartas sobre la mesa y no nos las pueda ocultar.
Las restricciones económicas que pretendemos implantar sobre Rusia y sus dirigentes, aunque aparentemente sean fuertes y efectivas, no lo son tanto en realidad. Los rusos pronto han encontrado varios caminos como las criptomonedas y otro tipo de tarjetas chinas que, se unen a la hipocresía europea de seguir costeándole esta inhumana guerra, porque la compra masiva y diaria de petróleo ruso, a estas fechas, aún no han decidido cortar.
Solo nos queda intentar que algún día sea juzgado de forma presente o en rebeldía como criminal de guerra por llevar a cabo crímenes colectivos de lesa humanidad; por invadir un país sin declaración previa de guerra y por hacerlo con toda saña, fiereza e irracionalidad. Pero ese tema, mucho me temo, no es algo que preocupe al nuevo y despiadado zar.
Mientras tanto los ucranianos están cada día más solos, en una lucha numantina, que, de momento, tiene mucho de un débil David contra un fuerte Goliat, mientras los vecinos europeos y los amigos de algo más allá, calmamos nuestras conciencias, mandándoles pistolas, fusiles, ametralladoras, algún misil ligero, cascos, tiritas y compresas para que con sus propios cuerpos, un pueblo poco o nada entrenado bélicamente, pueda tratar de parar a una potente máquina bélica, que ya está claro, no va a cejar, hasta la derrota o conquista final.
Ahora, eso sí, como parte de nuestra poca vergüenza, inutilidad e incapacidad para frenar al tirano y hacer algo que merezca la pena, nos limitamos y aprestamos a recibir a los refugiados que, por millones, este conflicto ha provocado y que huyen despavoridos de un país, el suyo, al que un sátrapa, dictador e irracional ha decido dejar arrasado como un solar.
Veremos lo que nos dura ese sentimiento y corriente humanitaria; tenemos cercanos y presentes, varios ejemplos al respecto, que no nos hacen augurar nada bueno y duradero, porque somos dados al cansancio y pronto buscamos la forma de olvidarnos de ellos, por mucho que ahora lloremos por su seguridad y actuemos por su integridad.
Por último, no puedo cerrar este trabajo, que trata de mostrar las inmundicias y debilidades de la política internacional, sin hacer mención a la vergüenza que siento personalmente, porque en mi gobierno y parlamento, haya ministros y partidos, que defiendan públicamente esta masacre con toda caradura e impunidad.