Grupo Wagner Rebelión Armada
Alrededor de la obra política de Maquiavelo, se puede reconstruir su tesis sobre la guerra como uno de los instrumentos fundamentales para el ascenso al poder del príncipe nuevo, la cual también considera indispensable para la consolidación del Estado moderno; pero, sobre todo, permite observar cómo consigue garantizar la conservación del orden político mediante la creación de un cierto tipo de sujeto, el SOLDADO, con quien asegura la eficacia del Estado a través de la disciplina y la obediencia, adquiridas en su paso por la vida militar, por lo que un monarca legitima sus acciones en la medida que las orienta hacia la justicia y el bien común, aspirando a que su accionar y el orden social avancen hacia un fin trascendente. Alrededor de estos parámetros se movía el derecho que tenía el pueblo a rebelarse en contra de los abusos del poder.
La propuesta general que aparece con la obra de Maquiavelo representa el principio de una inversión de ese sentido de valores de la política medieval. El Arte de la guerra, le da forma final a una tesis que el florentino viene explorando desde El príncipe y que madura sustancialmente en los Discursos sobre la Primera Década de Tito Livio, consistente en que la guerra y la violencia constituyen un instrumento fundamental no sólo en el ascenso al poder por parte del nuevo príncipe, sino en la constitución de las instituciones que conforman el Estado. Dicho de otro modo, la milicia o la fuerza armada es un factor determinante en la etapa de ascenso y legitimación del gobernante ante sus súbditos, pero lo sigue siendo también cuando, en los tiempos de paz, la república requiera para su conservación de la defensa de su propio pueblo.
En ese punto, la vida militar se convertiría, como en efecto se convirtió, en un medio indispensable para el mantenimiento y expansión de la organización política.
Tal idea del secretario florentino no sólo inspiró la construcción de los ejércitos nacionales, que serían determinantes en la consolidación de los Estados modernos, sino que aseguraba la exclusión de formas alternas y larvadas de vida militar, las cuales permitían la presencia de ejércitos mercenarios o la aparición de «señores de la guerra» los condottieri.
¿Qué está pasando con el Grupo Wagner?
Durante meses, Prigozhin ha jugado un rol vital en la campaña militar de Rusia en Ucrania, reclutando a miles de soldados para su grupo de mercenarios, especialmente de las cárceles rusas.
Sin embrago desde tiempo atrás, estaba involucrado en una disputa abierta con los jefes militares rusos que comandan la guerra, esta transformarse actualmente en una revuelta, por lo que el presidente ruso Vladimir Putin, acusó al líder del grupo mercenario Wagner, Yevgeny Prigozhin, de traición, de embarcase en una rebelión armada, dándole a su país lo que califició como “una puñalada en la espalda”. Prigozhin, una de las figuras más importantes de Rusia, dijo que su objetivo no era “un golpe militar sino una marcha por la justicia”.
Las fuerzas de Wagner cruzaron desde el territorio ocupado en el este de Ucrania hacia la ciudad rusa de Rostov del Don, y aseguran haber tomado allí el control de sus instalaciones militares, Putin reconoció que la situación es difícil, pero prometió hacer todo lo posible para defender a Rusia.
Todo esto nos hace reflexionar y nacen las siguientes preguntas ¿qué pasa cuando la política no consigue centralizar y ordenar la dirección de la guerra? ¿Qué le ocurre al Estado cuando los ejércitos privados y los señores de la guerra empiezan a pulular sin ningún control y parece que sobrepasan la autoridad política -y en ocasiones, la capacidad militar- del ejército nacional? ¿Estamos ante un síntoma grave de descomposición institucional o de aparición de un nuevo fenómeno en el escenario político?
¿Es esto un golpe?
Todas las afirmaciones de que se trata de un golpe militar son absurdas, afirma el propio Prigozhin.
Pero lo que comenzó como una disputa sin tapujos sobre el hecho de que los militares rusos no les brindaron a sus mercenarios suficientes equipos y municiones, se ha convertido ahora en un desafío directo a los dos hombres encargados de liderar la guerra en Ucrania: el ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, y el jefe de las fuerzas armadas, Valery Gerasimov.
Por el momento esto no es un golpe, ya que no ha habido un intento de tomar el poder de manos del gobierno. La “compañía militar privada” tampoco representa a los militares, aunque dice contar con un apoyo generalizado.
Pero es un intento de derrocar a los altos mandos de Rusia y, por lo tanto, un desafío a la autoridad del presidente Putin. Y aunque fue el presidente ruso quien permitió que Prigozhin y sus fuerzas se implicaran en la guerra, Putin ya no tiene control sobre él.
Por otra parte surge otra pregunta ¿Qué pasa cuando los ejércitos nacionales, se convierten en fuente de corrupción, cuando aumenta la deserción y la inconformidad en plena línea de guerra?
Es un tema que debe tomarse muy seriamente, porque cuando estos síntomas se presentan, la perspectiva del hombre contemporáneo parece ubicarse en las antípodas del Estado pensado por Maquiavelo y, en consecuencia, nuestra atención debe dirigirse a observar en qué medida y cómo la máquina de guerra está en condiciones de devorar al propio Estado, de suplantar la ley y la religión civil, la ideología, y de ser ella quien dirija la política.
Mientras tanto; en su primera reacción ante los acontecimientos en Rusia el presidente ucranio, Volodymr Zelensky afirmó que “quien elige el camino del mal se autodestruye”.