El narcoterrorismo en la sociedad liquida
Una Sociedad líquida en la guerra híbrida; reflexiones del centro de gravedad entre el crimen y el terrorismo
La zona gris en la que opera el crimen organizado; y las amenazas híbridas que lo acompañan, son un caldo de cultivo fértil que afectan a la seguridad nacional.
¿Son capaces los organismos estatales y las fuerzas de seguridad; de responder a las amenazas híbridas que plantean los grupos del crimen organizado, que cambia constantemente para adaptarse frente a las nuevas circunstancias geoestratégicas?
Analizando que es la sociedad líquida; un concepto del sociólogo Zygmunt Bauman, filósofo y sociólogo polaco, fallecido en enero de 2017 y que describe la volatilidad del mundo actual, vemos que el cambio social es necesario y, además, un proceso dinámico, por lo que partiendo de esto, cabe aquí entonces, la idea de una seguridad líquida, ensamblada sobre entornos cambiantes, dominados de incertidumbre y sometidos a la ubiquidad de amenazas anónimas.
Esta seguridad; operaría como un sistema de imaginación de posibles futuros, con el único propósito de crear respuestas frente amenazas probables, de tal suerte que buena parte de los modelos de Inteligencia Artificial, utilizados para la Seguridad y Defensa de los Estados en la actualidad, ya funcionan bajo esta premisa predictiva y estratégica, como un juego de ajedrez donde, a partir del movimiento de una pieza, se analizan los posibles desenlaces del juego.
El acelerado desarrollo y uso de los sistemas de vigilancia biométrica, trazabilidad y control de todo lo que ocurre en el mundo que nos rodea, son herramienta importantes que se utilizan en diversas estrategias; porque a mayor cantidad de eventos vigilados, los modelos predictivos de cambio y futuro tendrán menores márgenes de error y mejores capacidades de análisis y en ese sentido, el big data, ayuda a las autoridades federales, municipales y estatales a vigilar mejor sus localidades, verbigracia, a través de los diversos programas sofisticados de geolocalización de mensajes enviados por redes sociales, es posible tener éxito en la captura de miembros del crimen organizado dedicados al tráfico de drogas al menudeo en su zona de vigilancia.
La seguridad líquida, es un modelo de respuesta a la velocidad con la que suceden los cambios criminales, así lo reflexiona mi queridísima colega de Ecuador, la Dra. María Fernanda Noboa, la Dra. Mafer, como así le decimos a nuestra compañera egresada del Centro de Estudios Hemisféricos de Defensa William J. Perry de la Universidad de la Defensa Nacional de los Estados Unidos de América; ella, escribe un interesante artículo titulado ¿Seguridad líquida y una nueva prospectiva? Publicado el 17 de marzo de 2025 en Ecuador por el R-enVivo lo que en base a los conceptos de Bauman, sabemos que en alguna ocasión, también se ha utilizado el concepto de “terrorismo líquido” y en ese sentido, si estamos en un mundo líquido, con una sociedad líquida, y ante unos riesgos líquidos, como los que se manifiestan en las acciones terroristas y del crimen organizado, pudiera parecer lógico evolucionar hacia una seguridad líquida, lo que rompería con la era post 11-Septiembre, en razón de que desde entonces se han producido cambios.
Quizás todo parte de la compleja arquitectura argumental tejida estos últimos años, no tanto para iniciar, pero sí para mantener y prolongar esta guerra contra lo que sería el narcoterrorismo, de tal suerte que en el segundo mandato de Trump se trata de justificar que ante una situación nueva, las políticas y acciones a desarrollar deben cambiar, para hacer nuevamente grande a los Estados Unidos de América y por ello apuesta por las aproximaciones holísticas.
En nuestro mundo líquido, según Bauman, todo es transitorio, volátil, incierto, imprevisible, incluso los valores, un mundo que paga su libertad con miedos y angustias, así que el miedo es una constante, y deriva de su carácter difuso y disperso.
En el campo de la seguridad vivimos rodeados de miedos; tanto reales como imaginarios, la mayoría se expresan en las estrategias de seguridad nacional de los estados, como la lucha contra el terrorismo, el crimen organizado, las pandemias, las catástrofes naturales y las ciberamenazas.
El terrorismo, en sí mismo, podría ser considerado líquido, atendiendo a las características trazadas por Bauman, en el sentido de que no precisa estructuras ni organizaciones, puede ejercerse en cualquier momento y lugar, ser ejecutable en grupo o de manera individual, contar con posible con armamento pesado, o a través de sofisticados ataques, pero también con los antiguos abrojos o tribulus, que eran utilizados como armas defensivas en batallas romanas y medievales ahora los utiliza el crimen organizado de manera muy efectiva para emboscar en las carreteras a sus adversarios y a las autoridades que los persiguen o emplear hasta un simple cuchillo o un arma de fuego corta.
Son un enemigo difícil de identificar o detectar, porque cuentan con actores tanto estatales como no estatales, siendo los primeros claramente identificables, no así los segundos y aunque dicho enemigo sea detectable, e incluso sus intenciones, no implica con ello, que sea evitable la materialización de la amenaza, además el terrorismo liquido por su capacidad de adaptación, deriva de la propia evolución social y tecnológica, lo que implica una mutación continua y en esa evolución, una variable importante es, la revolución de las comunicaciones, no sólo internet, también la comunicación con teléfonos celulares para hacer virales sus mensajes terroristas.
Disponen en la globalización de un ecosistema en el que el terrorismo líquido, se siente cómodo, se expande, se desarrolla, donde tiene mucha importancia la Glocalización, es en sí, un terrorismo que puede pensar globalmente y actuar localmente y a pesar de los esfuerzos para integrar la resiliencia en nuestras mentes, la capacidad de aterrorizar, por todos los factores anteriores, es creciente, como también lo es el eco mediático de cada acción, en lo que constituye siempre una victoria terrorista por los efectos en la sociedad y en detrimento del Estado.
El segundo mandato de Trump inicia con una elevada percepción de éxito en la lucha frente al terrorismo y el crimen organizado, seguramente, no le faltarán motivos, para iniciar su mandato con absoluta autoridad, firmando diversas órdenes ejecutivas con gran impacto a nivel nacional e internacional, actuando para muchos, de forma inteligentemente, sondeando cómo situarse en el nuevo panorama geoestratégico en un mundo en vertiginoso cambio y una pregunta que viene a la mente es:
¿Cómo podemos hacer que nuestra seguridad sea por tanto, más líquida?
James Der Derian es profesor investigador de estudios internacionales del Instituto Watson en la Universidad de Brown, donde dirige el Programa de Seguridad Global y el Proyecto de Medios Globales, escribió un interesante documento titulado Critical Practices in International Theory (Prácticas Críticas en Teoría Internacional) que reúne los ensayos de este destacado teórico de las Relaciones Internacionales y abarcan diversos temas centrales como la diplomacia, la alienación, el terrorismo, la inteligencia, la seguridad nacional, las nuevas formas de guerra, el papel de las tecnologías de la información en las relaciones internacionales, poststructuralist theory y la military-entertainment-media matrix.
Der Derian explica en el documento Critical Practices in International Theory, en la página 63, lo que para el es el Narcoterrorism in the country and abroad (Narcoterrorismo en el país y en el extranjero), y se pregunta ¿Quién es el terrorista en el narcoterrorismo?
Para el actual gobierno de Estados Unidos; el narcoterrorismo presenta en su escala de posiciones una amenaza exterior de amplio interés y de atención inmediata, lo vuelve a preguntarnos ¿Cómo llegó el narcoterrorismo a imponerse a todas las demás formas de terrorismo? Para Der Derian; en los últimos treinta años, lo que ahora se denomina narcoterrorismo, se percibía principalmente como una amenaza estratégica menor, e incluso, en ocasiones, fue un aliado en la lucha contra el peligro mucho mayor, el comunismo.
Derivado de lo anterior se infiere que el narcoterrorismo ahora se toma en serio, porque ha adquirido características de monopolio de diversas actividades económicas, estratégicas, territoriales y con un aumento proporcional de poder político, ya que los narcos gobiernan con su riqueza, con corrupción y con el terror, sometiendo con este último método a las autoridades y a la ciudadanía.
El surgimiento de nuevos grupos transnacionales híbridos estatales y no estatales, criminales/terroristas, diseminados en diversas partes del mundo y que operan bajo una amplia protección, ya sea por la corrupción o por la intimidación, representan una amenaza de primer nivel para la seguridad nacional, lo que lo convierte en un factor importante, porque esta amenaza trasciende la teoría tradicional de actividades no estatales restrictivas; toda vez que estas actividades, en algunos casos, se llevan a cabo con el apoyo de actores estatales regionales y extrarregionales, cuyos líderes, están profundamente involucrados en actividades delictivas que generan miles de millones de dólares en ingresos ilícitos cada año.
Monaghan, en su libro “Countering Hybrid Warfare,” (Contrarrestando la Guerra Híbrida), establece que “La guerra híbrida describe un cambio en la naturaleza de la guerra (es decir, contra adversarios violentos durante un conflicto armado), mientras que las amenazas híbridas, emanan de una gran estrategia revisionista no violenta que busca obtener ganancias y evita represalias mediante la explotación de la zona gris entre la paz y la guerra”.
Tanto las amenazas híbridas; como la guerra híbrida, pueden combinarse en el contexto del crimen organizado, toda vez que en los tiempos actuales y derivado a las enemistades entre Irán, Venezuela, Rusia, China, Cuba y Corea del Norte principalmente contra los Estados Unidos, hace extremadamente probable estas combinaciones, incluso si este cuenta con el apoyo de un actor estatal, por lo que la violencia resultante del crimen organizado en Canadá, Europa, Estados Unidos, México y América Latina, en la zona gris, es de mayor interés, al tiempo de que cobra mayor relevancia el tema si se suman las muertes por sobredosis de fentanilo y el consumo de otras drogas sintéticas, en los Estados Unidos.
Las zonas grises son un espacio ambiguo entre la guerra y la paz; donde se desarrolla el conflicto y permiten a los actores hostiles obtener ganancias sin involucrarse en combates abiertos y, a menudo, les permiten negar su responsabilidad.
Es verdad que las definiciones de zona gris; suelen ser inconsistentes, pero al centrarse en las actividades en la zona gris, en lugar de en la intención del espacio, podemos inferir que las tácticas de zona gris son aquellas actividades encubiertas o ilegales de la política no tradicional que están por debajo del umbral de la violencia armada organizada, incluyendo la alteración del orden, la subversión política de organizaciones gubernamentales o no gubernamentales, las operaciones psicológicas, el abuso de los procesos legales y la corrupción financiera, como parte de un diseño integrado para lograr una ventaja estratégica.
Derivado de lo anterior, se puede permitir incluir al crimen organizado como una actividad de zona gris, toda vez que en varios aspectos, el narcoterrorismo es similar en naturaleza e intención a la guerra híbrida, porque ambos buscan operar desde la sombra, crean contraculturas y cuentan con estructuras organizativas sofisticadas que dificultan enormemente la identificación de actores clave y sus verdaderas intenciones.
Existe evidencia ya de vínculos, por ejemplo, entre el terrorismo, una forma de guerra híbrida, y el crimen organizado y pesar de las diferentes intenciones, cambio filosófico versus lucro, ambos, pueden recurrir a los mismos grupos sociales para obtener miembros y colaborar por necesidad de financiación, en la actualidad se ha demostrado que el terrorismo depende de alguna forma del crimen organizado.
Pero el vínculo entre el terrorismo y el crimen organizado y la consiguiente necesidad de abordarlo decisivamente, ya había sido un tema de debate en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU) en agosto de 2020, cuando el director de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, expresó su preocupación por los crecientes vínculos entre los grupos delictivos organizados y los grupos terroristas.
Ahora ya es muy probable que estos vínculos se intensifiquen y prevengan una amenaza aún mayor y el nexo entre el terrorismo y los grupos del crimen organizado se amplió tanto a nivel nacional como internacional y hoy en día, el terrorismo y los grupos del crimen organizado representan un importante desafío internacional, cuyo principal promotor para desafiarlo es el actual gobierno de los Estados Unidos.
Actividades ilegales como el tráfico de personas, armas, dinero y mercancías ilegales, así como el narcotráfico tradicional y el contrabando de drogas sintéticas, son la forma más lucrativa de obtener mayores ganancias a corto plazo.
El objetivo principal de los grupos del crimen organizado es el lucro; los negocios son los negocios.
El objetivo del terrorismo; es generalmente ideológico, pero también necesita recursos para sostener sus actividades.
Al principio; ambos grupos intentaron cooperar entre sí e intercambiaron conocimientos técnicos, se entrenaron, se apoyaron y continúan protegiéndose mutuamente, pero esta relación permitió además de generar enormes ganancias en el mercado negro, un poder de control territorial y el de sometimiento de las instituciones del Estado a su conveniencia, por lo que debido a diversos factores facilitadores, el nexo entre el terrorismo y los grupos del crimen organizado mutaron y representan una amenaza creciente para la paz y la estabilidad internacionales.
En esta metamorfosis; donde cada grupo perfeccionara las actividades del otro y viceversa, hicieron que las nuevas tendencias y actividades delictivas de las organizaciones criminales mutaran al terrorismo y viceversa; lo que también implica que en algunas situaciones en las que un grupo terrorista redujera sus actividades terroristas e incrementa sus prácticas delictivas; o una organización delictiva, se politiza en gran medida y altera por ideología, radicalmente el enfoque de sus actividades, el claro ejemplo de este último caso, podría observarse en el comportamiento de algunos grupos delictivos organizados, que atacan y asesinan activamente a candidatos políticos y miembros de gobiernos municipales, estatales y nacionales para poner a los suyos y cogobernar.
De tal suerte que en algunos casos, el crimen organizado representa ya, una amenaza híbrida, que si no se combate, puede derivar en una guerra híbrida afectando al Estado mexicano, desafiando, sutil o abiertamente, a los gobiernos legítimos municipales, estatales y el federal.
Al comparar el nivel de su lucha armada con las actividades delictivas, surge la pregunta: ¿cuál es la principal prioridad de estos grupos? ¿Su trasfondo ideológico o sus actividades lucrativas?
Cada vez más, los grupos criminales, participan en actividades políticas para alterar las condiciones operativas y afectar al Estado y simultáneamente, los grupos terroristas, intensifican su enfoque en actividades delictivas como forma de compensar la pérdida de apoyo financiero de los patrocinadores estatales.
La transformación y combinación de tácticas y motivaciones; ha llegado hasta tal punto, que las organizaciones criminales y terroristas, pueden converger en una sola entidad que inicialmente muestra características de ambos grupos simultáneamente, pero tiene el potencial de transformarse en una entidad situada en el extremo opuesto del continuo del que partió.
No cabe duda que el carácter del futuro ambiente de seguridad será multipolar, con enfoque regional y con una diversidad y complejidad inherente ya que el futuro ambiente presentará grandes desafíos para la seguridad nacional, porque uno de los desafíos yace en cómo identificar, comprender y combatir las amenazas híbridas del presente y del futuro.
El derrotar una amenaza híbrida; la cual consta de elementos regulares, irregulares y criminales que trabajan con toda sinergia por un estado final común, presenta la mayor amenaza para el Estado, porque la presente y futura guerra híbrida pone a prueba la destreza y confianza del servicio militar honorable de las instituciones nacionales, aún más, esta forma de guerra, evoluciona más en una lucha para rápidamente aprender, adaptarse y pensar en una cambiante amenaza híbrida.
Contrarrestar esta amenaza híbrida; requiere soportarse de tres pilares: política, estrategia y capacidad, pero es importante situar al crimen organizado en México y reflexionar por qué debería considerarse ya, una amenaza híbrida.
El crimen organizado en México ha forjado vínculos con grupos extranjeros para recibir entrenamiento paramilitar, lo que representa un nuevo desafío en la lucha contra la delincuencia.
Durante su Evaluación Nacional de Amenaza de Drogas del año pasado, la DEA acusó que los cárteles mexicanos se han beneficiado de la producción de drogas sintéticas, siendo el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) los que tienen mayor presencia, no solo en Estados Unidos sino dentro de más de 47 países en todo el mundo, además, un nuevo informe del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS, por sus siglas en inglés) reveló la expansión de los tentáculos del narcotráfico mexicano y cómo el crimen organizado ha logrado ampliar la cantidad de sus colaboradores, no solo en América Latina, sino en muchos países del mundo.
En la exposición de motivos de la iniciativa enviada al Congreso para transferir a la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), se puede advertir que el expresidente Andrés Manuel López Obrador, sugirió que continuaran las labores de las fuerzas armadas contra las organizaciones criminales, porque el riesgo que enfrenta el país “es sumamente delicado para el Estado mexicano, ya que el crimen organizado en México se ha convertido en una fuerza ‘cuasimililar’ que usa la violencia en contra de la población y de las instituciones públicas”.
En este sentido; la lucha contra el crimen, debe ir al centro de gravedad y cuando hablamos del centro de gravedad, nos referimos a la fuente de poder, equilibrio, resistencia moral y libertad de acción del enemigo.
Observando las tácticas de estos grupos, incluyendo las emboscadas, el terrorismo, el uso de minas antipersonales, drones con explosivos, la guerra de información y otras formas de guerra asimétrica y no convencional que caracterizan sus acciones, podemos identificar y atacar el centro de gravedad, esto es crucial para que una estrategia sea efectiva, toda vez que es el punto clave, donde la organización criminal concentra su poder, su capacidad para operar y mantener su poder influencia y la garantía de su expansión.
Si se ataca el centro de gravedad, se podrá debilitar o neutralizar la capacidad de la organización criminal para operar, en lugar de simplemente perseguir a sus líderes, se pueden reducir sus acciones para el reclutamiento, entrenamiento y abastecimiento.
Recordemos que si se quiere destruir al Dragón del Bosque; se debe tener cuidado de que al cortarle la cabeza, no se multiplique en miles de serpientes y que estas queden regadas en el bosque, ya que estas miles de serpientes van a ser más peligrosas que un Dragón, que es grande y fuerte, pero plenamente identificado.
Si bien es cierto que el centro de gravedad puede ser la estructura del liderazgo de estas organizaciones, también pueden serlo las fuentes de financiación, las redes de apoyo para abastecerse y capacitarse, así como su reclutamiento que nutre su estado de fuerza armada e intimidatoria o incluso, la ideología que la sustenta.
Las acciones de los Estados Unidos contra estas organizaciones avanzan rápidamente y de forma contundente, a un mes después de firmar la orden ejecutiva el día de su regreso a la Casa Blanca, Donald Trump consiguió que el gobierno estadounidense designara como “terroristas” a seis carteles mexicanos, con todas las consecuencias económicas, políticas y hasta militares, que eso implica.
Esto nos lleva a tener algunas preguntas que derivan de una aproximación jurídica al combatir al narcoterrorismo:
¿Cómo deben actuar los países frente a este fenómeno? ¿Cuáles son los límites impuestos por los principios del estado de derecho? ¿Qué conductas pueden tipificarse como actos terroristas? ¿Se trata de un crimen internacional? ¿Qué garantías procesales deben tener los imputados por estos delitos? ¿Cómo proteger derechos fundamentales que pueden verse afectados en la persecución penal del terrorismo? ¿Cuáles han sido las respuestas de las legislaciones en los Estados Unidos y en otros países incluido México?
Es cierto que los actos terroristas son delitos graves, que deben ser perseguidos, pues afectan los cimientos mismos de las democracias modernas y generan una sensación de zozobra que no permite vivir en paz y tranquilidad.
Sin embargo, ante en la lucha contra narcoterroristas, termina siendo el juez quien asume toda la carga de ajustar las disposiciones penales a los principios de legalidad, culpabilidad o proporcionalidad; de interpretarlas para proteger el derecho al debido proceso, a la libertad y a la dignidad; de limitarlas para garantizar lo que inspiró la idea misma de los Estados liberales, un Estado con poderes bien definidos y a prueba de abusos de poder. Pero México está en plena reconstrucción de su Poder Judicial, cambios de ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de magistrados unitarios y colegiados y de todos sus jueces de distrito. ¿Tendrán la capacidad para atender los juicios que se aproximan en la materia?
También; los actos de guerra o de terrorismo desafían el marco de los derechos humanos, casi hasta el punto del colapso, por lo que es difícil ver cualquier espacio para ellos cuando la vida humana es objeto de ataques deliberados. ¿Está la CNDH lista y con recursos para vigilar el respeto a los derechos humanos?
La creciente presión hacia los patrocinadores estatales del terrorismo; ha incrementado la probabilidad de que estos se involucren en el narcotráfico, por lo que la interdicción de las finanzas terroristas y el cierre de organizaciones “benéficas” y otras organizaciones fachada no gubernamentales también han contribuido a su convergencia, así los grupos terroristas tienen cada vez más la capacidad de justificar su participación en actividades ilícitas ante sus miembros y, en gran medida, han abandonado la creencia de que esto puede socavar la base moral de su causa.
Es importante señalar que ya son varios años en que los principales cárteles mexicanos del narcotráfico están incorporando a sus filas a terroristas, pero también a militares nacionales retirados y en activo para que deserten de sus filas, así como de policías y también contratan a exmilitares y policías de otros países, como guatemaltecos, colombianos, venezolanos, europeos e incluso árabes con experiencia en guerra irregular para mejorar las capacidades tácticas, logísticas de abastecimiento, entrenamiento y capacitación en sus estructuras armadas.
En ese sentido; el “centro de gravedad” serían los siguientes elementos que le son vitales para la existencia y eficacia en sus operaciones como:
Ideología: La base ideológica que motiva.
Liderazgo: Los líderes que dirigen y coordinan las operaciones.
Financiamiento: Las fuentes de dinero que permiten a estos grupos operar.
Redes: Las redes de apoyo abastecimiento y de reclutamiento que facilitan la expansión de la organización.
Capacidad operativa: La capacidad de llevar a cabo ataques y otras actividades tanto licitas como ilícitas.
Partiendo de lo anterior podemos decir que estos grupos se organizan persiguiendo un objetivo fundamental; la obtención siempre creciente de ganancias económicas que es el lucro y también ambicionan el control del poder político-territorial para controlar e imponer su ideología y pretensiones al gobierno en turno.
Para lograr sus objetivos; acometen diversos procesos algunos sin violencia, como la corrupción y otros, con extrema violencia en contra de las instituciones del Estado y de la población.
De tal suerte que todos los actores que intervienen en estos procesos; deben ser analizados no como elementos aislados y situados en los árboles de un bosque, sino, como componentes que se entremezclan en todo el ecosistema del bosque que les da sentido y poder de operación.
Ellos logran introducirse al bosque a través del despojo y control territorial, tanto para la producción, distribución y venta de narcóticos y otras mercancías, incluidas muchas de consumo básico, como para la obtención de rentas mediante el cobro de piso y extorsiones de todo tipo.
Es alarmante como se expande el despojo y el control territorial; que se desarrolla también mediante la guerra por las “plazas”, rutas de comercio y áreas de influencia, es decir, se trata de la clásica disputa por mercados y del control de territorios.
Estos grupos generalmente utilizan sustancias tóxicas (Drogas); por medio del narcomenudeo, se establecen en territorios donde incrementan sus relaciones entre vendedores, proveedores de droga, pandillas y adictos, acaparando un mercado de individuos y después para controlar estas zonas, a través de estos consumidores y vendedores de drogas, el nivel de violencia sube un escalón, incursionan en otras actividades delictivas y para mantener la plaza, defenderla, o expandirse, el nivel escala con la “militarización de los cárteles”. En México y en otras partes de Latinoamérica, este fenómeno es cada vez es más visible, usan armas desde los antiguos abrojos o tribulus, utilizados como armas defensivas en batallas romanas y medievales, hasta armas militares de grueso calibre, lanza granadas, lanza cohetes, explosivos, drones, minas antipersonas, vehículos artillados y blindados, con los que provocan incendios y cualquier otro medio violento en contra de civiles e instituciones y para enfrentarse a grupos rivales.
Intencionalmente realizan actos en contra de bienes o servicios, ya sea públicos o privados, o bien, en contra de la integridad física, emocional, o la vida de personas, grabando y difundiendo sus videos produciendo con ello alarma, temor o terror en la población o en un grupo o sector de ella, para atentar contra la seguridad nacional o presionar a la autoridad, o a un particular, u obligarlos para que tomen una determinación a su favor e intereses de estas organizaciones.
Por ello; estas organizaciones superan en muchos casos el solo objetivo del lucro, porque les importa convertir su poderío económico y comercial en poder político, se trata, de adueñarse de espacios de poder en lo local y regional e internacional y lo hacen no sólo mediante la violencia directa contra sus competidores inmediatos, actúan además de manera directa o indirecta en las elecciones afectando particularmente a los gobiernos locales (municipales y estatales), hostigando a defensores de los derechos humanos, a periodistas y violentando también a las instituciones religiosas y a la organización civil organizada, etc. Es la frontera entre lo legal y lo ilegal el terreno donde las empresas criminales despliegan la violencia y el terror social que les permiten asegurar rentas monopólicas y poder político.
Si la nueva forma de guerra calificada como híbrida; es entendida hoy como la más compleja y probablemente, la más amplia expresión de la guerra moderna, tanto más, es la forma de lograr su victoria, en tal virtud, los objetivos políticos para establecer la victoria en esta nueva forma de guerra, necesitan mayor tiempo y esfuerzo para su planificación y ejecución.
Debemos tener en el radar que una amenaza híbrida se puede definir como cualquier adversario que, simultáneamente y de manera adaptativa, emplea una combinación hecha a medida de medios convencionales, irregulares, terroristas y criminales o actividades en el espacio de batalla operacional y se puede considerar por lo tanto a la amenaza híbrida, como una combinación de actores estatales y no estatales, por lo que frente a la actual situación geopolítica y el reacomodo que se está expresando en diversos sectores en el planeta, podemos empezar a plantear los enfoques para poder determinar la victoria frente a las nuevas amenazas que son un futuro enemigo que mira los cuatro enfoques: tradicional, irregular, catastrófico y disruptivo, son una especie de menú, que selecciona una combinación de técnicas o tácticas que las atraigan, dado que las amenazas híbridas no pueden resolverse con el pensamiento convencional, ya que no encajan perfectamente en los modelos tradicionales, por lo que los objetivos a fijar para el logro de la victoria, deberán analizar los diferentes enfoques en los que la amenaza puede evolucionar atendiendo el centro de gravedad.
Para ello, es necesario empezar por analizar las modalidades de combate del enemigo y determinar si son desafíos tradicionales o irregulares, a su vez, será necesario tratar de determinar cómo es la capacidad de la amenaza y luego, de haber identificado las modalidades de operación de la amenaza, se debe hacer una evaluación de los fines deseados de la amenaza, sus objetivos militares y limitaciones.
Esta evaluación; será de gran importancia porque busca la identificación correcta del centro de gravedad, tanto el propio como aquel al que se va afectar.
Para una adecuada determinación de los objetivos operacionales; se les deberá relacionar con los medios a disposición para el logro de esos objetivos y en ese sentido, para la clarificar los objetivos operacionales en las guerras híbridas, se debe realizar también a través de los factores críticos, aunque tomando muy en cuenta, las modalidades que afecten el centro de gravedad: tradicional, irregular, catastrófica y disruptiva/criminal.
Porque los factores críticos; deben ser entendidos como las capacidades, requerimientos y vulnerabilidades críticas que se aplicarán a todas las modalidades hasta determinar la principal.
Así; una capacidad crítica, es siempre una acción, enunciada como la capacidad de realizar una cierta actividad que hace al éxito de la operación, por lo que en el planeamiento operacional de las guerras híbridas, se debe evitar caer en la tentación de profundizar demasiado en las acciones, para no descender al nivel táctico, al buscar identificar unidades o sistemas de armas específicos, como centro de gravedad, a menos que, esas unidades o sistemas de armas particulares, sean las fundamentales a tal fin.
En este tipo de guerra; el centro de gravedad podrá considerarse como la forma de guerra tradicional, irregular, catastrófica y disruptiva/criminal, que el adversario emplee como principal esfuerzo para el logro de los objetivos operacionales, dentro de las limitaciones operacionales identificadas o evaluadas.
Esta consideración; puede no contener a la mayor fuente de poder, porque habitualmente ocultará a otra de menor magnitud, pero de mayor resistencia, o ejecutividad, que constituirá el verdadero centro de gravedad a afectar.
Esta difícil determinación; implicará abstenerse de fijar definitivamente al verdadero centro de gravedad, que permanecerá oculto, hasta ser revelado o descubierto, luego de las primeras acciones.
Por lo mismo; es importante encontrar las vulnerabilidades de las amenazas híbridas, lo cual puede ser extremadamente difícil, debido a su naturaleza ambigua y enigmática, por lo que el Quid del asunto es que los analistas deben resistirse a la presión de fabricar vulnerabilidades críticas, para concretar puntos decisivos que luego orienten a operaciones de difícil o costosa ejecución.
Del mismo modo, la identificación de vulnerabilidades críticas, será extremadamente difícil, ya que no hay una sola fuente de fuerza para derrotar y por lo tanto, ninguna operación será lo suficientemente poderosa, como para neutralizar las capacidades críticas inherentes a un adversario híbrido.
Definir al Centro de Gravedad como el principal esfuerzo de un actor; para lograr sus objetivos, en un determinado nivel de guerra para concretar un determinado escenario, será, en definitiva, lo que se busque lograr ya que la identificación de la modalidad de uso principal como centro de gravedad, proporcionará a los analistas el primer enfoque para el análisis de la amenaza híbrida.
También es útil para establecer los requisitos de las operaciones de reunión de información que apoye a las primeras definiciones, porque las innovaciones en la tecnología o el uso de la violencia por actores no estatales no cambian la naturaleza fundamental de la guerra y debemos tener siempre en cuenta que la guerra, sigue siendo una lucha violenta con un propósito político y parece que la guerra moderna se caracteriza cada vez más como conflicto persistente, no declarado, entre terroristas y sociedades, con acciones breves y decisivas que involucran a los intereses de los estados.
En este sentido; estos desafíos, también incluyen el uso de armas no convencionales, con el propósito de causar una destrucción catastrófica, como lo demuestra el uso de drones contra multitudes o de minas antipersona.
Por lo anterior; el terrorismo catastrófico no es la única modalidad de las nuevas amenazas; la idea detrás de esta categoría es identificar si una organización o un estado que la apoya tiene la capacidad de enfrentar al oponente a través de una única o de varias acciones simultáneas o acumulativas.
Los grupos irregulares siempre buscarán erosionar el poder del Estado; para adaptar el escenario a su conveniencia y emplear toda la gama de métodos no convencionales, lo que incluye conceptos emergentes como la guerra sin restricciones y la política tendrá que buscar y fijar un escenario acorde con sus necesidades, mientras que las acciones militares, tratarán de adaptar esas nuevas políticas a la realidad.
Debemos ser conscientes que las guerras del siglo XXI; se describen mejor como una mezcla asimétrica transnacional de globalización y tribalismo radicalizado, habilitada por las comunicaciones de alta velocidad y las armas modernas que emplean tácticas antiguas y bárbaras, sostenidas por la criminalidad y la ayuda extranjera y ubicadas en áreas geográficas inestables caracterizadas por estados débiles o fracasados, en los que la pobreza es endémica y la mayoría de la población tiene poco o ningún acceso al sistema político.
Combatir las redes criminales transnacionales requiere identificar los nodos críticos de las organizaciones criminales y determinar; dónde las operaciones pueden lograr el mayor impacto, en virtud de que el crimen organizado, tiene un efecto desestabilizador que puede usurpar la capacidad de funcionamiento de una nación.
Si no se controla el crimen organizado; los actores no estatales llenarán vacíos sociales, toda vez que pueden llenar el vacío político y de seguridad que crean mediante la erosión gradual del poder, la legitimidad y la capacidad del Estado.
El primer problema con la guerra híbrida; es que en general comienza por acciones que parecen ser más bien un problema de seguridad y no de defensa, por lo que cuesta identificar que hay un enemigo externo detrás de todo, de tal suerte que, en la actualidad, ya no existe duda, combatir estas organizaciones criminales transnacionales, es una tarea en la que las Fuerzas Armadas deben intervenir, y desarrollar estrategias interinstitucionales y multinacionales para contrarrestar a estas organizaciones de manera más eficaz.
Por ello; la tarea de las Fuerzas Armadas, es fundamental y es la más adecuada para generar efectos cinéticos, en sus recursos y también pueden utilizarse para generar o apoyar esos efectos no cinéticos y demostrar su determinación de proteger al Estado, toda vez que la focalización cinética, es la aplicación selectiva de la fuerza militar contra fuerzas u objetos enemigos con efectos principalmente letales, mientras que la focalización no cinética, es la aplicación selectiva de otras capacidades militares y no militares, para generar efectos no cinéticos adicionales en los ámbitos físico y no físico, para desmantelar las actividades delictivas manifiestas y, aún más importante, las que se encuentran en la zona gris.
El combatir una amenaza híbrida en un futuro ambiente operacional cambiante; requerirá soldados y oficiales que se sientan cómodos en lo incómodo, porque es evidente que la lucha contra los grupos del crimen organizado es muy costosa y peligrosa.
Por otro lado; la lucha contra el terrorismo, no será eficaz si no logramos reducir sus recursos, por lo que el nexo entre el terrorismo y el crimen organizado es peligroso, debido a su creciente riqueza, su mayor acceso a las armas y sus crecientes redes globales y si estas organizaciones están mutando, se debe frenar esa transformación, en donde los terroristas incursionen más activamente en actividades del crimen organizado para obtener más lucro y en donde el crimen organizado incursione más en realizar actividades propias del terrorismo para un control político y expansión de su ideología y la apología del delito con la creciente narcocultura.
Desde esta perspectiva, necesitamos replantear nuestros marcos analíticos y estratégicos para minimizar los efectos desestabilizadores de esta nueva tendencia de generación de conflictos.
México y la comunidad internacional; deben prestar mayor atención a esta creciente amenaza, las tácticas híbridas, generan inestabilidad, erosionan la democracia, generan polarización política y destruyen la coexistencia y el consenso.
México y América Latina; están viviendo el fenómeno de la utilización del terrorismo como un método del crimen organizado y debido a ello, los gobiernos, la sociedad, los medios de comunicación, académicos y líderes de opinión tenemos el reto de encontrar métodos eficaces para entender y enfrentar a este fenómeno, porque estamos obligados a articular una estrategia de investigación contra el narco-terrorismo, que además asegure la especialización de los órganos judiciales implicados, que posibilite una mayor capacitación de los mismos, en el manejo de las técnicas probatorias y de los mecanismos especiales de investigación, y que amplíe la respuesta penal a la actividad criminal que desarrollan como soporte y cobertura imprescindible para la consecución de sus fines con instituciones defensoras de los derechos humanos vigilantes y articuladas para proteger a las víctimas y que el estado de derecho se cumpla a cabalidad.
Con la nueva designación en Estados Unidos; los narcotraficantes mexicanos son más que criminales; son terroristas y las tácticas, la estrategia, la organización e incluso, en cierta medida, los objetivos de los cárteles mexicanos de la droga, ahora legalmente ya son perfectamente consistentes con los de las organizaciones terroristas.
Dice Gerardo López García en su artículo publicado en Nexos y titulado El reto del control territorial de la delincuencia organizada, que “…Las transformaciones del mercado y “la guerra contra las drogas” han obligado a las estructuras delictivas dedicadas al tráfico de sustancias, a diversificar sus actividades. El control de territorios les permite adaptarse a los cambios en los mercados ilegales y así continuar extrayendo recursos. Los esfuerzos por reducir el tráfico de drogas no serán efectivos si las agrupaciones pueden reorientar sus actividades hacia la extorsión, tráfico de personas, robo de hidrocarburos, etc., ya sea en territorios controlados o nuevos….” Como vemos en este excelente artículo; las amenazas híbridas, persiguen alcanzar sus objetivos estratégicos, influyendo en la toma de decisiones de sus víctimas y socavando sus valores, su estructura social y la confianza de la población, ello, facilitado por la difuminación de las dimensiones internas y externas de la seguridad de los Estados.
Por lo que la fusión del poder estatal; con las redes del crimen organizado, en las relaciones internacionales, representa una fuerza potente que opera con cierto grado de negación, a menudo eludiendo los límites del derecho internacional y las doctrinas de la guerra convencional, por lo que el uso de estas tácticas, revela la profundidad y la naturaleza turbia de la guerra híbrida que los Estados libran hoy en día en las sombras que acechan en la zona gris, entre la competencia entre grandes potencias y la guerra irregular.
Es cierto que antes; los cárteles, carecían de la ideología política o religiosa que los motivara, una característica de la mayoría de los grupos terroristas, y algunos argumentan que esto impide la aplicación de la etiqueta de “terrorista”, sin embargo, esto ha cambiado y una nueva definición podría abrir puertas y crear las vías necesarias para que se pueda brindar asistencia a México de una manera más diplomáticamente aceptable y protegiendo su soberanía.
No se debe perder de vista que la clasificación de estas organizaciones de narcotraficantes mexicanas; como organizaciones terroristas, ya es una realidad no solo en Estados Unidos, sino en muchos otros países, incluido Canadá, los dos socios comerciales de México en el Tratado de Libre Comercio T-MEC y aliados en el Comando Norte, por lo que si el gobierno mexicano, empieza a redefinir estos conceptos, también permitiría a México, Canadá y a Estados Unidos emprender acciones más agresivas contra estas organizaciones de narcoterroristas que no podrían utilizarse siendo simplemente organizaciones criminales.
Si bien; en última instancia, corresponde al gobierno mexicano, decidir cómo manejar la violencia de las organizaciones de los narcotraficantes en su territorio, redefinir el problema en la región de los tres países que integran la América Septentrional, podría brindar una mayor variedad de herramientas, que las disponibles actualmente, y que al crear instrumentos de derechos y obligaciones internacionales (Tratado Trilateral de Seguridad y Defensa), donde los suscriban los tres países y que dicho documento, sea ratificado por los tres poderes legislativos correspondientes de cada país, en vez de debilitar la soberanía nacional mexicana, estadounidense o canadienses, sería un efecto contrario, la soberanía de estos tres países estaría más sólida que nunca porque el mismo Tratado Internacional así establecería las nuevas reglas.
No debemos perder de vista que las redes de delincuencia organizada; actúan como un multiplicador de fuerza que conecta la aplicación de la ley, la seguridad nacional y las relaciones internacionales, tres ámbitos aparentemente inconexos, por lo tanto, la delincuencia organizada, es decir, las entidades criminales transnacionales estructuradas que buscan obtener beneficios mediante actividades ilegales, como la coerción, la corrupción y la depredación de civiles, no puede examinarse al margen de los debates geopolíticos y el contexto de la competencia estratégica y una nueva definición, también podría mejorar algunos problemas jurisdiccionales entre las agencias policiales en las fronteras de los tres países de la Región de América del Norte, así como los problemas de comunicación entre Canadá, Estados Unidos y México, ya que el problema se manejaría con una integración y cooperación conjunta e interagencial a nivel Regional.
Lo anterior sería dar un paso gigantesco en materia de integración; y muy importante para la seguridad nacional y de la región de Norteamérica, porque nuestra comprensión de la fusión del poder estatal, con las redes del crimen organizado en las relaciones internacionales, sigue siendo poco explorada, por lo menos en México.
Destacados investigadores internacionales del crimen organizado transnacional; han advertido desde hace tiempo, sobre la convergencia de los poderes criminales, terroristas, políticos y militares, es el crecimiento del estado mafioso, donde el crimen organizado complementa las actividades estatales, sin embargo en México, en diversos análisis, este tema sigue siendo un tema relativamente inexplorado en términos del estudio de la conjunción de estas facetas multidominio, y en forma muy particular, en casos en que los Estados dirigen de manera encubierta a entidades criminales-terroristas, para obtener ganancias estratégicas en las relaciones internacionales.
Diversos estudios; consideran a los grupos criminales-terroristas, como recursos de tipo proxy en acciones encubiertas, por lo que el papel creciente de estos grupos transnacionales como entidades cuasi estatales, funcionan esencialmente como fuerzas auxiliares y que algunos Estados, los han utilizado como armas, para realizar actividades encubiertas en el extranjero, ya sea en lugar de sus servicios de inteligencia, seguridad o en concierto con ellos, para obtener beneficios estratégicos y estas actividades, son cada vez más frecuentes y de la reticencia a explorar la fusión más profunda, a menudo turbia, del poder estatal con las redes del crimen organizado se debe a la falta de datos disponibles y a la dificultad para identificar y demostrar el papel directo de un Poder Estatal en actividades ilícitas, debido a su negabilidad y complejidad.
Además, si bien los Estados utilizan cada vez más estas redes criminales- terroristas como armas y con fines estratégicos en la guerra híbrida, el crimen organizado, suele analizarse desde la perspectiva de las fuerzas de seguridad pública, lo que ha limitado su incorporación a los estudios de seguridad nacional, dejando importantes lagunas en nuestra comprensión de estas alianzas encubiertas.
La forma en que los Estados emplean acciones encubiertas o; de hecho, perciben y operacionalizan a los actores no estatales, incluidas las redes criminales transnacionales – terroristas, está influenciada por la naturaleza del régimen político, la historia, la cultura estratégica y la geopolítica, recordemos que innovar no es sólo tecnología.
Así que es tiempo de que innovemos en nuestras formas de pensar; tratemos de ver más allá de lo aparente, o de lo que se nos muestra, innovemos en nuestra forma de hacer, innovemos en nuestra forma de crear el futuro integrando inteligencia y estrategia frente a las diferentes crisis en la materia.
Por ejemplo en el que los Estados emplean acciones encubiertas y operacionalizan a los actores no estatales, lo podemos observar en mayo de 2024, cuando los servicios de seguridad suecos, informaron que Irán había estado utilizando redes criminales en Suecia como intermediarios para atacar los intereses de otros estados, grupos e individuos en Suecia.
Es evidente que empresas chinas venden productos químicos, fórmulas y kits no regulados a los cárteles de la droga mexicanos, enseñándoles cómo incorporar estas sustancias al fentanilo, la droga que está devastando las comunidades estadounidenses.
Esta táctica se parece a la que emplearon las potencias occidentales contra China en las Guerras del Opio del siglo XIX, lo que llevó a algunos observadores, a sugerir que el envío de fentanilo chino a los Estados Unidos, utilizando a los carteles mexicanos, es una forma de venganza por las Guerras del Opio incluso, la agencia de inteligencia exterior de la India, el Ala de Investigación y Análisis, parece estar contratando a criminales involucrados en el tráfico internacional de narcóticos y armas para facilitar asesinatos.
También Rusia, podría decirse que opera a un nivel diferente, aunque los servicios de inteligencia rusos, explotan a esta nueva generación de agentes, ya sean participantes involuntarios, los llamados “idiotas útiles” o delincuentes oportunistas con impunidad, el aspecto más preocupante de esta tendencia a la externalización es la conexión del gobierno ruso con las redes de crimen organizado rusas y con sede en la propia Rusia desde 2014, donde Putin, ha creado un estado de movilización, en el que cualquier persona o entidad, legal o no, puede ser obligada a actuar en interés del Estado ruso.
Esto implica queel gobierno ruso; no necesita necesariamente contratar asesinos, saboteadores o propagandistas; más bien, ellos ya son parte de la institución que el gobierno ruso explota como le parece conveniente.
Por supuesto; los Estados, históricamente han empleado acciones encubiertas y redes criminales organizadas como herramientas coercitivas en la guerra irregular, con el objetivo de influir en las poblaciones y socavar la legitimidad de los Estados, cuyo objetivo es obtener ventajas estratégicas, porque, mientras mantienen su interferencia por debajo del umbral de la guerra convencional, Irán, China, Rusia y otros países, van a emplear una combinación de tácticas multidominio, tanto encubiertas como abiertas, que se encuentran por debajo del umbral de la guerra convencional y en lo que aparentemente consideran, una continua competencia o lucha, en lugar de períodos definidos de guerra o paz.
Estos Estados, simultáneamente, despliegan una combinación de capacidades militares y civiles multidominio, que abarcan instrumentos militares, políticos, económicos y diplomáticos, por lo que el uso simultáneo de estas herramientas y tácticas multidominio, les permite perseguir sus objetivos estratégicos con mayor fluidez y adaptabilidad.
Estados Unidos, México y en sí, la mayoría de los países occidentales, tienen dificultades para entender estas distinciones opacas entre civil y militar, paz y guerra, seguridad pública y seguridad nacional, aplicación de la ley y la lucha contra el terrorismo, por diversas razones, entre ellas, compartimentos burocráticos intransigentes, rivalidades históricas, limitaciones de recursos pero también, restricciones legales e ideológicas.
Esto es aprovechado por Irán, China e India; que podrían colaborar con redes del crimen organizado para cometer asesinatos y otras actividades encubiertas.
Sin embargo; Rusia y Corea del Norte, operan de forma diferente, pues han integrado el crimen organizado en su aparato estatal, aunque de maneras distintas.
No del todo irrelevante; en el caso de Corea del Norte, esto parece haber tenido un impacto internacional menos grave, en contraste, los efectos de estas alianzas pragmáticas en Rusia, si han sido sustanciales y se han sentido en múltiples continentes.
El especialista Galeotti; ha comparado la relación entre el Estado ruso y el submundo criminal con la de una corte medieval, en esta corte metafórica, explica que los grupos criminales rivales, compiten por el favor del monarca (es decir, el presidente ruso) y las alianzas pragmáticas, basadas en la ponyatiya (conceptos) o entendimientos, en lugar del cumplimiento impuesto por el Estado, que son más importantes que la ley, tres décadas antes, un sistema similar, aunque más regional, surgió en Serbia, bajo el gobierno de Milosevic.
El académico Nenad Dimitrijević lo describió como un para-drzavni kartel, o un cártel cuasiestatal con Milosevic en el centro de esta red, simbolizando la personificación del sistema.
En ese sentido: ¿Cómo pueden los responsables políticos responder estratégicamente; si no pueden distinguir entre estados, terroristas, empresas licitas e ilicitas y crimen organizado?
En esencia, estudiar el comportamiento y la conducta de los Estados en la zona gris y comprender las vulnerabilidades asociadas; requiere un enfoque integral que trascienda los silos y las limitaciones tradicionales, porque los Estados, emplean diversos vectores en contiendas y conflictos que no alcanzan el umbral de la guerra convencional pero a menudo, con los elementos de coerción en lugar de violencia directa, son un elemento central de estos esfuerzos, por lo que la lucha por la legitimidad y la influencia, que se extiende más allá de los tiempos de guerra y de las sociedades asoladas por conflictos o en transición, deben ser los resortes que impulsen los reacomodos y conceptos en las relaciones internacionales, para poder moldear por la naturaleza de los regímenes, las posiciones geopolíticas, las culturas estratégicas, las perspectivas históricas y las capacidades de cada Estado con el fin espesifico entre otras cosas de velar por su soberanía.
Además, los entornos operativos, como la historia local, la geografía, la política, la economía, la religión y la etnia, añaden matices a esta lucha y en ese sentido, esta dinámica presenta enormes desafíos para los responsables políticos, diplomáticos, las agencias de inteligencia, los servicios de seguridad y las fuerzas armadas.
Comprender y contrarrestar estas amenazas multifacéticas; requiere una respuesta igualmente integrada y adaptable, una respuesta que trascienda los ámbitos tradicionales y reconozca las fronteras que cada vez son más difusas entre los esfuerzos civiles y militares en las relaciones internacionales contemporáneas, así como la constante y dinámica combinación de amenazas a la seguridad nacional.
La vigilancia y la represión; resultan necesarias para enfrentar los efectos más inmediatos de tal internacionalización criminal-terrorista de conflictos locales, sin embargo, una solución más sostenible y prometedora, debe incluir una revisión de las políticas de intervención, cooperación y comercio internacional, por solo nombrar algunas y con el fin de crear condiciones aptas para estabilizar y pacificar sociedades y Estados fracturados.
Por tratarse de una amenaza global; es tema central en la agenda de la comunidad internacional, y hoy, hay decenas de instrumentos supranacionales que abordan esta problemática, así que las crecientes sinergias entre los servicios estatales de inteligencia y seguridad, el crimen organizado y las empresas militares privadas, en acciones encubiertas, hoy ya representan una dinámica de seguridad nacional cada vez más intensa en los asuntos internacionales y si bien, esta interacción, no constituye un nuevo paradigma, ni una innovación en la guerra irregular e híbrida, sigue siendo poco estudiada en el contexto de seguridad contemporáneo.
Investigaciones futuras podrían explorar más a fondo esta tendencia; examinando cómo y por qué, los Estados, utilizan cada vez más las redes del crimen organizado – Terroristas, como herramientas estratégicas en acciones encubiertas.
Por ello; para concluir, es importante llevarnos a la mente las siguientes preguntas y en el futuro, encontrar, las posibles respuestas:
¿Cuáles son las implicaciones de estas afiliaciones para la estabilidad regional y global?
¿En qué medida, o incluso en qué situaciones, si es que lo hacen, las redes del crimen organizado-terroristas, están motivadas por el nacionalismo, la ideología o incluso el altruismo, en lugar de por incentivos económicos y la búsqueda de poder?
¿Cómo pueden las organizaciones de inteligencia mitigar o explotar esta creciente amenaza a la seguridad?
Seguramente para responder a estas preguntas; inevitablemente, pondría a la criminología en diálogo con la seguridad nacional y las relaciones internacionales, ampliando el conjunto de datos para el análisis y por lo tanto, enriqueciendo la investigación en inteligencia y superando los silos académicos tradicionales.