El desafìo Mexico-Estados Unidos frente a las drogas de China.
Quienes han recorrido la parte alta de la Montaña de Guerrero o por Sinaloa, Durango y Sonora saben que encontrarán, amapola cultivada para producir la base para una de las drogas más consumidas en el mundo: la heroína y ahora además mezclada con una sustancia química conocida como furanil fentanil que ha dado origen a la segunda generación de “China Blanca” o China White, como le llaman en Estados Unidos (antes el término servía para distinguir la heroína blanca colombiana o china, de la “negra” mexicana).
Esa droga está entrando por todas las arterias de Estados Unidos y ya comienza a ganar adeptos en México al combinar bajo costo y potencia: cuesta entre 7 y 10 dólares la dosis que se vende en pastilla o polvo y es hasta 50 veces más potente por el efecto del fentanilo.
En su origen la “China Blanca” pudo ser una mezcla del fentanilo original con algunos residuos de heroína y cocaína, muy rentable para los cárteles, porque un kilogramo de fentanilo tiene un costo aproximado de 5.000 dólares y con esa cantidad es posible fabricar hasta 1 millón de pastillas que son vendidas a 10 dólares cada una.
Eso significa ganancias por 10 millones de dólares, de acuerdo con información recientemente compartida en una reunión bilateral de especialistas químicos y forenses en México (Entendimiento Bicentenario).
En el Congreso de los Estados Unidos y el Senado se estudia la posibilidad de clasificar al fentanilo como arma química, debido al bajo costo de producción, la letalidad inherente y la amplia disponibilidad, el fentanilo es un arma química ideal para los malos actores. Los fiscales generales escriben: “Solo se necesitan dos miligramos de fentanilo para matar a un adulto, y se puede colocar fácilmente en otras sustancias”.
Claramente es un gran desafío antinarcóticos. Pero también ha habido algunos informes, incluso sobre el interés del Congreso, sobre si el fentanilo también debe considerarse un arma de destrucción masiva (ADM) y si los esfuerzos de defensa química del gobierno de EE. UU. deben poner mayor énfasis en él.
El gobierno de Biden anunció una importante serie de acciones destinadas a atacar a los involucrados en la entrada mortal de fentanilo ilegal a los Estados Unidos procedente de México y productos químicos suministrados desde China.
Por su parte en el plano legislativo en los Estados Unidos el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara Baja aprobó un proyecto de ley que designa al fentanilo como arma química y dirige asistencia exterior para apoyar los esfuerzos del gobierno mexicano contra esa droga.
Antes, legisladores republicanos incorporaron una enmienda que específicamente condena la declaración del Presidente de México Andrés Manuel López Obrador de que la crisis de fentanilo en Estados Unidos es causada por falta de abrazos.
El presidente republicano del comité, el texano Michael McCaul, empezó la audiencia con lo que parecía un enfoque cauteloso sobre las organizaciones de narcotráfico y el gobierno chino.
De igual forma McCaul declaró: “Es hora de clasificar los fentanilos ilícitos por lo que son: armas químicas, ante las cuales la China comunista se hace ciega y los cárteles de drogas usan para perpetuar el asesinato masivo de estadunidenses…”
A la vez, agradeció al demócrata Gregory Meeks, su colega en el Comité; al Departamento de Estado y al gobierno mexicano por su apoyo en los últimos días en desarrollar este proyecto de ley.
La iniciativa irrumpe la cadena de oferta internacional de fentanilo que fue aprobada por el comité, y un vocero indicó que se espera un voto ante el pleno de la Cámara Baja en las próximas semanas.
McCaul agregó que tiene la intención de viajar a México a finales de este mes de mayo para visitar los puertos de Manzanillo y Lazaro Cárdenas, donde podrían estar ingresando de manera ilícita los químicos precursores que llegan desde China.
Más allá de instruir que el Departamento de Estado trabaje para que el fentanilo sea agregado a la convención internacional sobre armas químicas, McCaul declaró que también brindará asistencia al gobierno mexicano para interrumpir la cadena de oferta, al autorizar ciertos programas de aplicación de ley, requerir una evaluación de su efectividad y emitir sanciones contra bancos, organizaciones e individuos que lo trafican.
Pero no todos los colegas republicanos de McCaul estaban de acuerdo con este enfoque; el congresista Scott Perry, de Pensilvania, ofreció una serie de enmiendas enfocadas sobre lo que él calificó como la complicidad del gobierno mexicano en permitir que el fentanilo ingrese a Estados Unidos. Varias de estas enmiendas fueron derrotadas, incluyendo una que buscaba recortar el financiamiento estadunidense a los esfuerzos antinarcóticos de México y otra que hubiera requerido el cierre de todos los consulados mexicanos en Estados Unidos si cualquier funcionario del país era sancionado por trasiego de esa sustancia.
A pesar de no contar con el apoyo de la mayoría en el comité, Perry insistió diciendo “…Sabemos que el Presidente mexicano no reconoce el tema de los cárteles. Tal vez sea porque está de alguna manera comprometido, o tal vez es porque teme por su vida…”
Aunque casi todas sus enmiendas fueron desechadas, logró que se aprobara una, y esta, señala que… “es el sentir del Congreso que la declaración del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, el 17 de marzo de 2023, de que la crisis de fentanilo de Estados Unidos de América es causada por ‘una falta de abrazos’ debe ser condenada”.
Al apoyar esa enmienda, McCaul declaró… “No creo que podamos tolerar que funcionarios mexicanos le echen la culpa a Estados Unidos por la crisis de fentanilo, y es irresponsable afirmarlo…” Ningún integrante del comité, tanto republicanos como demócratas, alzaron la voz en oposición. El que calla otorga.
Otra enmienda que también fue aprobada; expone que el fracaso de México en detener el ingreso del fentanilo desde China, lo que ha llevado a una emergencia pública en Estados Unidos. Pero el congresista de más alto rango de la minoría demócrata en el comité, Gregory Meeks, de Nueva York, advirtió a sus colegas que… “enajenar a México cuando necesitamos su cooperación es inútil”. Lo cual tiene razón; ya que este es un problema internacional y por lo tanto, se debe buscar una solución con integración global y amplia cooperación conjunta e interagencial.
El proyecto de ley final fue aprobado con apoyo bipartidista, pero una voz clara de oposición fue la del demócrata Joaquín Castro, de Texas, quien declaró… “No quiero votar en favor sobre un proyecto de ley que está a la vez poniendo algo en la categoría de armas de guerra, porque ha habido mucha retórica reciente de colegas republicanos literalmente hablando de invadir a México por los cárteles…”
A la vez, el comité aprobó una enmienda presentada por Castro que busca incrementar la colaboración entre ambos países en apoyo de programas y educación para abordar el uso de drogas por jóvenes; al mismo tiempo, que se enfrenta el narcotráfico con el uso de la fuerza e inteligencia. Y advirtió que el Congreso necesita hacer su parte para educar a los estadunidenses sobre los peligros del fentanilo y evitar que los ciudadanos se involucren en el comercio transfronterizo de drogas.
Mientras la Cámara Baja debatía este proyecto de ley, el secretario Antony Blinken se presentó ante el Comité de Apropiaciones del Senado para abordar temas de seguridad y las relaciones con China, donde en un momento fue obligado a ofrecer una evaluación de la cooperación de México en torno a la lucha contra el fentanilo.
Informó que el Presidente Biden ha dedicado muchas horas con el Presidente López Obrador para tratar este tema, y agregó diciendo… “Yo diría que hemos visto tanto un vaso medio lleno como un vaso medio vacío. El medio lleno: vimos números récord de confiscaciones de fentanilo por las autoridades mexicanas el año pasado, y mucha más gente dedicada a su interdicción, a desbaratar los laboratorios, etcétera. Ahora tenemos un acuerdo de cooperación con ellos que no sólo trata de aplicación de la ley, sino que va a sus agencias de regulación…”
Pero el vaso medio vacío en torno a la cooperación es el que más interesaba a algunos senadores, y Blinken reconoció que claramente necesitamos que haya más esfuerzo y que se dediquen más recursos.
Ese vaso medio vacío; así se quedara por lo menos pasando las eleciones presidenciales del 2024, porque casi al termino del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, se puede observar que a diferencia de lo sucedido durante la presidencia de Felipe Calderón (2006-2012), el combate al narcotráfico no constituye el eje rector ni de la política interna ni de la política externa del actual gobierno, el resultado es que la violencia criminal asociada al narcotráfico prosperó debido a la corrupción e impunidad generalizadas, así como a las disputas por el control territorial y mercantil de las plazas entre los diferentes cárteles y las drogas llegaron sin problema a territorio de Estados Unidos causando cada vez más deterioro de la seguridad nacional de los dos países.
El fentanilo está redefiniendo la geografía y la geopolítica del tráfico global de drogas. Los cárteles mexicanos han expandido su control en algunos puertos estratégicos y, ante las nuevas restricciones a los precursores químicos en China, han empezado a diversificar sus fuentes globales de suministro, de acuerdo con lo que reportan la Administración para el Control de Drogas estadounidense y la Agencia de Investigación Criminal mexicana. Los precursores químicos de fentanilo provienen de China (incluida Hong Kong) y Singapur, y también, cada vez más, de la India, y se introducen, ocultos en carga legal, por los puertos del Pacífico mexicano: Manzanillo, Colima, y Lázaro Cárdenas, Michoacán. Asimismo, las principales incautaciones de fentanilo (NPP y 4-ANPP) se llevan a cabo en estos puertos. El Cártel Jalisco Nueva Generación y el Cártel de Sinaloa distribuyen la mayor parte de fentanilo ilegal y se disputan las rutas de contrabando y el control de la droga en México y Estados Unidos. Mientras el primero domina los puertos Lázaro Cárdenas, Manzanillo, Coatzacoalcos y Veracruz, y las aduanas de Tuxpan, Veracruz y Cancún, el segundo controla el puerto de Ensenada, Baja California, y las aduanas de Mazatlán, Sinaloa, y La Paz, Baja California Sur.
En la historia reciente de las relaciones entre México y China, el eje de seguridad, específicamente el tema de las drogas, ha quedado marginado y excluido en los procesos de diálogo y de concertación de políticas bilaterales. En la primera década del siglo XX, las mafias chinas han visto a México como una zona geopolítica importante, favorecida por su cercanía geográfica con Estados Unidos.
De hecho en esos años existía una persecución de chinos por el tema del opio; México en estudios Churubusco filmó una película que se llamó “Opio la droga maldita”.
El abuelo de mi esposa fue el Director de Sonido de dicha pelicula, el Ing. José B. Carles, aqui comparto un link sobre parte de su trayectoria laboral en el cine.
El clima de violencia que vivió la provincia china de Cantón por las guerras del Opio (1839-1842 y 1856-1860) y la Rebelión Taiping (1850-1864), llevó a alrededor de medio millón de chinos a migrar a América, de los cuales unos cuantos miles se instalaron en diversas ciudades de México con el objetivo de llegar a Estados Unidos.
Los migrantes chinos llegaron a México gracias a un tratado firmado entre las dos naciones en 1899. Con él se permitió su entrada para trabajar en el país, pues se les consideraba mano de obra barata.
Pero con el paso de los años, ese germino sembro la semilla que generaría un problema de seguridad, el cual con sus modificaciones existe actualmente, en aquellos años, fueron comunes los operativos policiacos para detectar fumaderos de opio. En las prensa de inicios del siglo XX era común leer notas sobre el arresto de personas de origen chino.
Además los chinos fueron acusados de “robar” empleos a los trabajadores mexicanos porque estaban dispuestos a realizar cualquier tarea por bajos salarios, incrementándose el racismo y la discriminación. Los asiáticos no fueron los únicos extranjeros que llegaron a inicios del siglo XX y sin embargo sufrieron múltiples persecuciones racistas. En ese México del pasado se crearon teorías pseudocientíficas sobre razas superiores e inferiores, a pesar de ser un país mestizo.
Los juzgaron por el color de su piel, la forma de sus ojos y sus costumbres a la hora de comer.
Los acusaron de ser los transmisores de enfermedades como la sífilis o la lepra, les prohibieron casarse con mujeres mexicanas y los empujaron a vivir en guetos para no mezclarse con el resto de la población, así es como nacieron los Barrios Chinos en México.
El movimiento antichino fue conformado por comités autodenominados “pro-raza” y se desarrolló entre 1911 y 1934 en varias ciudades del país, principalmente al norte de México.
En algunas ciudades hicieron que los chinos tuvieran prohibido vender comestibles, entrar a restaurantes y museos, casarse con mexicanas, acceder a puestos públicos y salir de sus barrios después de la medianoche, como por ejemplo, La Convención de Ayuntamientos sonorenses se reunió en abril de 1924 en Hermosillo, Sonora, y pidió que los chinos se concentraran en barrios especiales, aislados, para impedir que se casaran con mexicanas.
También entre el 13 y el 15 de mayo de 1911, tropas maderistas atacaron la comunidad china de Torreón, Coahuila, asesinando a 303 personas en una manifestación extrema de la xenofobia y racismo que imperaba contra esta población en aquella época.
La comunidad china en Torreón no era la más numerosa del país, pero sí una de las más prósperas. Antes de la masacre, migrantes chinos eran dueños de un banco y varios negocios de lavandería, tiendas y granjas en la ciudad. Esto, en conjunto con el clima generalizado de racismo y xenofobia, produjo un intenso rechazo hacia esta comunidad, ya que la población local consideraba que los migrantes asiáticos estaban “robándole” oportunidades de trabajo a los mexicanos.
En su libro La casa del dolor ajeno: Crónica de un pequeño genocidio en La Laguna, el escritor mexicano Julian Herbert desmiente la versión local de que la tragedia fue simplemente un caso aislado por un levantamiento espontáneo, argumentando que el racismo antichino era muy fuerte en Torreón y en todo el país. De acuerdo a Herbert, los primeros en morir fueron los campesinos chinos, que fueron asesinados en los huertos y jardines que rodeaban la ciudad por el avance de las fuerzas revolucionarias en las primeras horas del 13 de mayo de 1911.
Cuando los revolucionarios entraron en la ciudad, se les unieron miles de lugareños, enardecidos por los discursos racistas. Se dice que un vendedor de hierbas agarró una bandera mexicana y gritó: “¡Matemos a los chinos!” Se cree que un comandante revolucionario, Benjamín Argumedo, hizo el primer disparo.
La masacre de Torreón causó indignación en China, por lo cual México acabó acordando una indemnización de 3.1 millones de pesos en oro, pero el pago nunca se efectuó.
En Torreón nunca se juzgó a nadie por los asesinatos, y las víctimas fueron enterradas en fosas comunes, incluida una que ahora está cubierta por una calzada y un pequeño parque infantil.
El historiador y politólogo Carlos Castañón Cuadros, quien ha rastreado los archivos en un intento de conocer más detalles de la masacre, afirmó que “los historiadores locales lo consideraban sólo una anécdota: ‘un día en Torreón mataron a unos chinos’”.
Aunque se ha considerado que el tráfico, distribución y consumo de opio se realizaba principalmente en la zona fronteriza norte, el noroeste del país y la ciudad de México, este también se efectuaba en Jalisco, especialmente en Guadalajara del que también se culpaba principalmente a los ciudadanos de origen chino. En Guadalajara, en 1919, ya se consideraba que el vicio del opio empezaba a ser alarmante, y diarios como El Informador advertía que esta sustancia ya se vendía de manera clandestina en expendios públicos de tabacos, cantinas y otros establecimientos, incluso situados en el centro de la misma ciudad y que de manera alarmante muchos jóvenes “decentes” empezaban a probarlo de manera frecuente. El diario tenía la esperanza que se combatiera tal vicio con la “asiduidad y el éxito con que ha emprendido su campaña contra los garitos clandestinos”.
El consumo, la producción, distribución y venta ilegal del opio en Guadalajara, Jalisco en el período 1917-1950 tuvo una importante participación de ciudadanos chinos avecindados en esa ciudad o que provenían de otros estados como el caso de Sinaloa; sin embargo, no todo puede ser adjudicado a ellos pues los mismos mexicanos más proclives a la marihuana fueron también incorporándose paulatinamente no sólo al consumo del opio y sus derivados sino también como productores y traficantes. Por su parte la campaña anti-china realizada en México que trajo consigo la masacre de estos en las ciudades de Torreón (1911) y Chihuahua (1916) así como un racismo feroz en buena parte de nuestro país en su contra que obligó a muchos de ellos a continuar su migración a países como Estados Unidos, otros decidieron quedarse en el nuestro aunque invisibilizándose al menos de las actividades públicas, de los censos poblacionales o incluso, de las actividades vinculadas al tráfico de drogas. Fue a partir de la década de 1940 cuando se observa a partir de la información proporcionada por la misma prensa tapatía, el dominio de los ciudadanos mexicanos en el mercado del opio y sus derivados en un momento en el que la Segunda Guerra Mundial incrementaba sus precios hasta que al concluir los mismos se empezaran a normalizar.
En septiembre de 1928 las comisiones de seguridad pública que realizaba actividades de policía secreta, ya habían observado que frecuentemente llegaban a esta ciudad individuos de origen chino que al parecer se dedicaban a asuntos comerciales, recluyéndose posteriormente en alguna estancia, hasta que más tarde salían de “manera misteriosa”, descubriéndose que eran contrabandistas que viajaban principalmente a Culiacán y Mazatlán.
Aunque la mala fama y la opinión pública aseveraban que los chinos eran los que traficaban con el opio y sus derivados no todo podía ser adjudicado a ellos pues también se presentaban escandalosas noticias que involucraban a antiguos miembros del Ejército y a otros individuos de la sociedad y políticos.
En la década de 1940 los migrantes chinos en México disminuyeron notoriamente, las razones se explican en las campañas anti-chinas de las décadas anteriores, tal como lo expone Roberto Ham Chande de la manera siguiente: “…En 1940 ya no se incluiría en los censos a las víctimas de las persecuciones que terminaron en asesinatos y ejecuciones; a los que huyeron del país ante la peligrosidad existente; a todos aquellos que fueron expulsados del país; a los que dejaron de emigrar hacia México ante la animadversión creada, y, de modo importante, a los que evitaron contactos con autoridades y censos….”
Con la disminución de la participación de ciudadanos de origen chino en la producción y comercio ilegal del opio, la mesa estuvo puesta para que al menos en Jalisco operaran bandas organizadas por individuos mexicanos como Gastón Baca Corella quien fue muy probablemente una de las principales figuras del tráfico de drogas en México y en Jalisco y en particular en esta década. Luis Astorga en su trabajo “Drogas sin fronteras” lo refiere participando activamente desde 1944 cuando se logró detectar un laboratorio de heroína y morfina de los cual se logró decomisar más de 300 kilos de opio crudo y preparado para fumar. Antes de ser traficante de estupefacientes Baca Corella había sido comandante de la policía de la Ciudad de México y luego agente de la policía de narcóticos. El historial de Baca Corella, primero como agente antinárcótico y luego como traficante de drogas responde a un fenómeno que proviene al menos del siglo XIX mexicano y que convierte a policías en bandidos y viceversa y que aún en la actualidad se mantiene.
Hoy; los grandes carteles mexicanos son de Sinaloa y Guadalajara; de ahí son sus orígenes y de ahí proviene la nueva generación y los opioides naturales y sintéticos siguen siendo la fuente de la epidemia de drogas más letal en la historia de los EE. UU.
Si bien China colocó todas las drogas de tipo fentanilo y dos precursores clave del fentanilo bajo un régimen regulatorio controlado en mayo del 2019, sigue siendo la fuente principal (si bien indirecta) de fentanilo de los EE. UU. La clasificación del fentanilo y la adopción de parte de China de un monitoreo del correo más estricto han tenido cierto efecto disuasorio. En lugar de enviar el fentanilo terminado directamente a los Estados Unidos, la mayor parte del contrabando ahora se realiza a través de México. Los grupos criminales mexicanos obtienen precursores del fentanilo, y cada vez más preprecursores, desde China, y luego, trafican el fentanilo terminado desde México hasta los Estados Unidos; por lo que la clasificación del fentanilo y sus precursores en China no es suficiente para contener los flujos hacia los Estados Unidos.
Existe poca visibilidad sobre la aplicación de las reglamentaciones del fentanilo en China, pero claramente sigue siendo limitada. La cooperación antinarcóticos entre EE. UU. y China sigue siendo tensa y, desde la perspectiva de los EE. UU., es insuficiente. Pekín resalta su benevolencia en la cooperación en la lucha antinarcóticos como forma de rechazo a la responsabilidad que los EE. UU. deposita en China por la epidemia de opioides, y asimismo destaca el rol de los EE. UU. en esta calamidad. Sin embargo, la cooperación de China con los EE. UU. en la campaña global antinarcóticos se vio subordinada al deterioro de la relación geoestratégica general entre ambos superpoderes. Es poco probable que, en ausencia de una mejora significativa de la relación bilateral general entre EE. UU. y China, esta última intensifique significativamente su cooperación antidrogas con los Estados Unidos. No es muy factible que las medidas punitivas de los EE. UU., como las sanciones y las acusaciones por drogas, cambien eso.
Las características estructurales de las drogas sintéticas, incluida la facilidad de desarrollar otras similares, pero no clasificadas, y sus nuevos precursores (cada vez más una amplia variedad de sustancias químicas de doble uso) plantean inmensos obstáculos estructurales para controlar el suministro, independientemente de la voluntad política de prohibir y regular su uso y hacer cumplir las reglamentaciones.
La evolución de la postura de China hacia la producción ilícita de metanfetamina en el país y el tráfico de precursores de metanfetamina desde China proporciona información importante sobre los patrones y las limitaciones de la cooperación internacional china respecto de la aplicación de la ley. Al igual que con los precursores del fentanilo, China enfatiza que no puede actuar contra sustancias no clasificadas.
China se toma muy en serio la diplomacia antinarcóticos en el Sudeste Asiático y el Pacífico, pero su cooperación operativa respecto de la aplicación de la ley tiende a ser altamente selectiva, interesada, limitada y subordinada a sus intereses geopolíticos. No obstante, después de años de refutar la crítica internacional por su papel en el contrabando de precursores de metanfetamina en medio de la floreciente producción de metanfetamina en Asia, China intensificó su cooperación regional respecto de la aplicación de la ley al menos en algunos países. También estableció medidas regulatorias internas más sólidas, incluso para drogas no clasificadas, y llevó a cabo operaciones de monitoreo e interdicción. Sin embargo, Pekín rara vez actúa contra los niveles superiores de los sindicatos criminales chinos, a menos que específicamente interfieran en un estrecho conjunto de intereses del Gobierno chino. Los grupos delictivos chinos cultivan capital político con las autoridades chinas y los funcionarios del Gobierno en el extranjero al promover también los intereses políticos, estratégicos y económicos del país.
La cooperación respecto de la aplicación de la ley entre China y México contra el tráfico de fentanilo y agentes precursores para la metanfetamina y opioides sintéticos sigue siendo mínima. Al igual que con los Estados Unidos, China rechaza la responsabilidad conjunta y enfatiza que los controles y el cumplimiento son asuntos que las autoridades aduaneras de México y otras autoridades mexicanas de aplicación de la ley deben abordar. China mantuvo esta postura aun cuando la presencia de delincuentes chinos en México, incluso en el lavado de dinero y las transferencias ilícitas de valores (en las que el trueque de productos derivados de vida silvestre por precursores de drogas sintéticas es cada vez más frecuente), se está expandiendo rápidamente.
Dado que no existe un deseo político mundial por clasificar una gran cantidad de productos químicos de doble uso, fomentar el desarrollo y la adopción de mecanismos autorregulatorios para las industrias farmacéutica y química en todo el mundo, incluso en China, puede reducir la facilidad de disponibilidad de agentes precursores para las organizaciones de tráfico de drogas. Sin embargo, la implementación de dichas medidas y los obstáculos respecto de su eficacia son mucho mayores que en el caso de los estándares de prevención del lavado de dinero en el sector bancario.
En la historia reciente de las relaciones entre México y China, el eje de seguridad, específicamente el tema de las drogas, ha quedado marginado y excluido en los procesos de diálogo y de concertación de políticas bilaterales. En la primera década del siglo XXI, las mafias chinas han visto a México como una zona geopolítica importante, favorecida por su cercanía geográfica con Estados Unidos. Problemas tales como la corrupción dañan la credibilidad y el margen de maniobra de los diplomáticos mexicanos al negociar temas de seguridad tan complejos como la cooperación en la lucha contra las drogas; al mismo tiempo, los cárteles mexicanos y las mafias chinas trafican fentanilo y opioides sintéticos al mercado estadounidense, fenómeno no convencional que afecta las soberanías de México y Estados Unidos ante la rivalidad global entre Estados Unidos y China que cada vez asciende más.
Sin lugar a dudas, a quien más le conviene que exista un distanciamiento entre México y Estados Unidos, es a China, por lo que la cooperación antinarcóticos México – Estados Unidos, debe crear un nuevo paradigma, que consista en un mayor intercambio de datos de inteligencia, operaciones conjuntas e interagenciales en los dos territorios y la coordinación en las medidas de cumplimiento orientadas a disuadir a productores y traficantes de drogas chinos, será ingenuo creer en una colaboración con las agencias de China con México y con los Estados Unidos, pero deberán realizarse acciones tendientes a sofisticar el rastreo de contenedores contaminados vía marítima y de los pequeños paquetes vía área, para exigir que los remitentes registren sus nombres reales en el marco de la ejecución de la Ley Internacional de Control de Drogas.
Estados Unidos se encuentra en una gran encrucijada; por un lado debe sumar a Canadá en el tema y blindar su frontera norte, por el otro lado, en la frontera sur, en consideración de la asimetría de poder entre México y China, el país latinoamericano no tiene las capacidades humanas, técnicas, tecnológicas, ni financieras para enfrentar las actividades ilícitas de la mafia china y estos dos grandes carteles de la droga CJNG y CDS; mientras, frente a China todo parece que este país asiático, no tiene la voluntad política ni la capacidad técnica para inspeccionar y monitorear el tráfico de fentanilo por la gran cantidad de fábricas dedicadas a su elaboración y su posterior trasbordo a los puertos mexicanos.
La continua exportación ilegal de fentanilo desde China evidencia la regulación débil y la diversidad de intereses de los actores con incidencia en la fabricación de opioides sintéticos. El crecimiento de la industria farmacéutica es parte del plan “Hecho en China 2025”, cuyo objeto es innovar e impulsar la investigación y el desarrollo local. Las empresas farmacéuticas más grandes e importantes de China son de propiedad estatal. Esta industria tiene una base de poder consolidada y busca evitar una regulación más restrictiva. En efecto, la presión externa hacia China para que regule la fabricación y venta de fentanilo se ve contrapesada por los intereses de la industria química y farmacéutica.
Los principales centros globales de fabricación de fentanilo se encuentran en Wuhan —epicentro del brote de SARS-CoV-2—, Shanghái y Hong Kong. Como proveedor de fentanilo, China es responsable de la detención de la producción ilegal y trasiego en su jurisdicción, y también de la regulación y control de su producción legal con fines médicos. Entre las agencias gubernamentales encargadas de combatir el tráfico de drogas se encuentran el Ministerio de Seguridad Pública, la Comisión Nacional de Control de Narcóticos, la Oficina de Lucha contra el Contrabando de la Administración General de Aduanas, la Comisión Nacional de Salud y la Administración Nacional de Productos Médicos.
En China, el origen del consumo de opio con propósitos medicinales se halla en la dinastía Tang (618-907). En 1620, con la introducción del tabaco por parte de los holandeses en Fujian y Formosa (actual Taiwán), la mezcla del opio con tabaco se expandió por la costa del sudeste de China. A principios del siglo xix, dado que la relación comercial de China con Gran Bretaña lo favorecía, los británicos introdujeron la venta de opio para disminuir su déficit, lo cual trajo terribles problemas sociales y de salud pública. A pesar de su prohibición para consumo, compra y venta por la corte imperial, la demanda de opio se incrementó, de tal modo que los británicos empezaron a favorecerse de la balanza comercial y pronto desataron una guerra al querer obtener más beneficios económicos e influencia política. En 1838, el emperador Daoguang designó a Lin Zexu como comisario imperial para hacer cumplir la prohibición del comercio de opio, con medidas de carácter coercitivo y persuasivo hacia la población china y las potencias extranjeras. El lenguaje moral de la carta abierta que publicó Lin a la reina Victoria en 1839 en China, un poco antes del inicio de la primera Guerra del Opio, reflejaba la necesidad de la corte manchú de que Gran Bretaña prohibiera el envío de opio a su territorio. En ella escribió:
Hemos escuchado que en su propio país el opio está prohibido con el mayor rigor y severidad: ésta es una prueba contundente de que usted sabe muy bien lo dañino que es para la humanidad. Así pues, ya que no permite que dañe a su propio país, no debe permitir que la droga nociva sea transferida a otro.
Es evidente que la China de Xi Jinping es muy diferente a la China imperial del siglo XIX; no obstante, la petición de Lin se asemeja en gran medida a las peticiones actuales de los países consumidores y de tránsito.
La carta de Andrés Manuel López Obrador al gobierno Chino, evidentemente de nada sirve.
Adicionalmente el gobierno chino siempre ha argumentado que “Los propios Estados Unidos deberían hacerse responsables de la situación. Abusar de analgésicos que llevan receta es una de sus tradiciones”.
Si bien ya existía una crisis de opioides en Estados Unidos, hoy como ayer, los países productores de drogas no asumen su corresponsabilidad global en el fenómeno de la proliferación de las nuevas drogas sintéticas y el crimen organizado transnacional. Por ahora, el consumo de drogas no ha representado una amenaza para la estabilidad de China: de los 1 400 millones de habitantes, 4 millones son consumidores y 2 millones son consumidores activos. Quizá por esto China no lo perciba como un problema propio y, en vez de mostrarse como un Estado comprometido, se perciba en el exterior como un actor global ambivalente. Es probable que esta postura, por desgracia, se mantenga en los años por venir.
El fenómeno del narcotráfico en las relaciones bilaterales entre México y China se engarza con otras actividades ilícitas que amplían sus espacios de colaboración y competencia, por ejemplo, con la creciente emigración ilegal china a Estados Unidos desde la frontera de Chiapas y Guatemala, un traslado de personas altamente vulnerables, debido a que transitan por las rutas terrestres del contrabando de drogas. También preocupa el flujo creciente de migrantes indocumentados chinos que llegan a México por los puertos del Pacífico mexicano o por el aeropuerto de la Ciudad de México, donde las autoridades mexicanas han informado ya sobre la presencia de mafias chinas en la red de tráfico de personas y de tráfico de totoaba, entre otros delitos. También se ha documentado la colaboración entre las empresas mineras chinas y el crimen organizado en la extracción de minerales a bajo costo, e incluso en el comercio ilegal de maderas preciosas en la sierra michoacana y de su envío por el puerto Lázaro Cárdenas a China sin la vigilancia e inspección de los agentes aduaneros.
Otros nexos transpacíficos ilegales son la importación de bienes chinos de contrabando y, en menor medida, el tráfico ilegal de armas, la compra de pieles, huesos, cráneos y colmillos de jaguares y la pesca china de totoaba en el golfo de California. Sobre esta última problemática, se han realizado esfuerzos en México, desde la sociedad civil y las ong, para erradicar o contener la sobreexplotación del pez totoaba y su impacto en las especies marinas en riesgo. Desde 2015, el gobierno de Enrique Peña Nieto (2012-2018) impulsó un primer acercamiento entre México, China y Estados Unidos para el combate al tráfico y demanda del pez totoaba, en el que se invitó a realizar conjuntamente la Primera Reunión Trilateral, celebrada en Ensenada, Baja California, en agosto de 2017. Empero, las conversaciones para llegar a un acuerdo se mantienen estancadas.
La alta demanda en China de especies exóticas ha contribuido a la aparición de nuevas actividades ilegales que ponen en peligro la biodiversidad mexicana, debido a las creencias de que su consumo fortalece la salud, aumenta la longevidad, mejora el deseo sexual y otorga un estatus socioeconómico alto, dado que se trata de productos costosos.
Al igual que la industria química y farmacéutica, la industria de la medicina tradicional china representa un importante capital económico y político, “tesoro de la civilización china”, así denominado por Xi Jinping. De acuerdo con el gobierno chino, 92% de los enfermos de covid recurrieron a él.
Frente al agresivo comercio mundial de la vida silvestre, la respuesta de China sigue siendo reactiva y defensiva.
Así como estas actividades ilícitas no son prioridad del gobierno de China o elude su responsabilidad, tiende a negar la gravedad del tráfico de fentanilo y “culpa” a otros de permitir su consumo y tráfico.
En el mundo pospandemia el tráfico de drogas sintéticas como el fentanilo seguirá teniendo un lugar protagónico. Este opiáceo sintético es mucho más barato para producir; para su consumo se necesitan dosis de menos de dos miligramos, por lo que se pueden hacer miles con apenas unos kilos; se puede producir en cualquier cocina, no huele, su apariencia es inocua, y se vende en pequeñas pastillas, imposibles de distinguir de cualquier medicamento; las utilidades que deja son geométricamente superiores a las de cualquier otra droga. Tiene un gran inconveniente, mata con enorme facilidad.
La carta del gobierno de México enviada al gobierno de China para combatir el fentanilo, refleja el desacuerdo con Estados Unidos del que México se queja con China y una demanda que China jamás va a solventar cuando le dice que informe de puertos, proveedores, barcos que trafican con fentanilo. Fue una magnífica forma de quedar mal con todos. China contestó que su país no exporta fentanilo ilegal, Estados Unidos le contestó que sí, y que lo envían a los traficantes mexicanos para que desde aquí se trafique a Estados Unidos. Y el gobierno mexicano, después de las respuestas de China y estadunidense, se limitó a decir que ya cuenta con algunas pruebas de que el fentanilo llega al puerto de Lázaro Cárdenas Michoacán, como si se descubriera el hilo negro o el agua tibia, porque sí se sabe quiénes trafican con fentanilo de China a México (y otros países). El gobierno de Estados Unidos tiene identificado a uno de los principales proveedores de fentanilo ilegal hacia México, Canadá y la propia Unión Americana, además de ofrecer una recompensa, vía la DEA, de 5 millones de dólares por información que lleve a su captura, el Departamento del Tesoro incorporó a sus listas de narcotraficantes a Chuen Fat Yip y a su empresa, Wuhan Yuancheng Gongchuang Technology Co. Ltd.
Mientras tanto, López Obrador insiste en un acuerdo con China para que “no llegue fentanilo” a México.