Dispensarios de drogas del Estado. Corrigiendo la estrategia
El combate frontal armado contra el tráfico de drogas ha causado durante muchísimos años un sinfín de consecuencias negativas sobre la salud, la defensa, la seguridad y los Derechos Humanos; sin poder resolver el problema original que pretendía atender: la producción ilícita de sustancias y su consumo. Dados sus altísimos costos sociales, recientemente visibilizados, la política de drogas enfrenta severos cuestionamientos y parece estar a punto de cambiar pero no sabe encontrar una salida que le dé nuevo rumbo, certidumbre y destino y a pesar de la alta existencia de una voluntad política que parecería proclive al cambio, preocupa la ausencia de acciones concretas que ayuden a revertir la lógica de abusos que se desató en nombre de la salud pública.
¿Cuáles son las dimensiones y tendencias actuales del problema mundial de las drogas?
La legalización o despenalización de las drogas como ha sido aplicada en Países Bajos, no es una opción en la lucha contra el narcotráfico ni la drogodependencia, porque además de aumentar considerablemente el consumo de las sustancias y promover el turismo de la drogadicción, fortalece al crimen organizado, en razón de que debería ser Estado quien tenga el monopolio del mercado y resulta que no es así, que lamentablemente en Holanda, desde que se implementó de manera equivocada esta estrategia, le ha traído más problemas que beneficios a su sociedad, donde desde el puerto de Rotterdam , hasta la instalación de diversos laboratorios clandestinos en toda Holanda, han convertido a Países Bajos en el centro de operaciones de muchos cárteles europeos, asociados con organizaciones criminales de otras partes del mundo desde África, Asia y América Latina y actualmente, el país enfrenta violencia y corrupción en diversos sectores.
Y esto es porque el acceso no controlado a las drogas aumenta su accesibilidad, lo cual conlleva el riesgo de un aumento considerable del consumo nocivo de drogas, porque el narcotráfico es un fenómeno transnacional que debe ser combatido en el marco de una estrategia global, porque no hay Estado, por poderoso que sea, que pueda hacerle frente por sí solo.
¿Cómo se puede frenar o por lo menos manejar esta brutalidad de las redes del narcotráfico?
Diariamente millones de personas en el mundo consumen drogas, ya sea por ocio, por tratar dolencias físicas y psíquicas, así como por cuestiones culturales y tradicionales. El problema radica en aquellas sustancias consideradas ilegales por distintos ordenamientos jurídicos.
Se debe por que la legalización de las drogas tal como lo hacen en Países Bajos es medida equivocada; simplemente, no es efectiva, ni como política de salud, ni para frenar al narcotráfico de forma de política criminal, ya que lo primero que debe hacer; y a estas alturas, ya no lo hizo, así lo podemos observar en el reciente reportaje realizado en Todo Personal por Jorge Fernandez Menendez y Bibiana Belsasso, titulado La liberalización de drogas en Países Bajos y su impacto en la violencia.
Para corregir la estrategia; se debe contemplar que es y deberá ser el Estado el que pueda tener el monopolio del mercado de las sustancias psicotrópicas; y no me refiero a dar concesiones o permisos a particulares para su suministro, que es lo que equivocadamente se está haciendo con la famosa legalización de las drogas, debemos considerar que la estrategia actual de Países Bajos está fomentando a la adicción como una aceptación social y, con ello, crece el riesgo de que niños y jóvenes estén expuestos a las adicciones en el futuro.
No se debe olvidar que las sustancias psicoactivas son una amenaza para el desarrollo mundial y, por ello, debemos tener claro que nuestros esfuerzos deben ser integrales, para erradicar su producción, tráfico y consumo de manera ilícita y contraria a derecho, porque si el Derecho, es la suma de normas e instituciones que regulan la conducta del hombre en sociedad, se espera que toda norma legal, propicie una mejor convivencia en ese ámbito, de esta manera, toda reforma a las leyes debe tener como objetivo, lograr una convivencia más armónica y en su caso, sancionar las conductas que generan el deterioro o van en contra de las personas e instituciones, por lo que se asume que todo lo que es legal, redunda en beneficio de los individuos e instituciones y propicia la concordia y en ese sentido, legalizar el consumo de drogas y concesionar su distribución a particulares, por medio de concesiones, es como rendirse y admitir que el narcotráfico les ha rebasado.
Pero si por el contrario, en vez de legalizar, se corrige la estrategia por medio de la despenalización y que sea el Estado quien retome el problema y lo vea como una política de Salud Pública y mantiene el MONOPOLIO de la distribución para atender enfermos y ciudadanos adictos, sería una manera diferente de hacer las cosas, porque no sería una política pública centrada solo en la persecución criminal, ya que su enfoque de Salud Pública le daría la obligación de atender esta “pandemia” exclusivamente a Estado con clínicas y Dispensarios de Drogas gratuitos y no a los particulares mediante concesiones para tener establecimientos controlados por el crimen organizado como proveedores de las sustancia.
Se debe tener claro que las drogas son bienes de consumo con un fin específico dentro de la medicina y la salud, cuando ese uso se desvirtúa, caemos en el ámbito jurídico que sanciona su uso incorrecto y en este contexto, la drogadicción, además de afectar la salud de quien la consume, propicia la ruptura de los lazos sociales; de hecho, se ha demostrado que el consumo de drogas, está muy asociado a conductas delictivas, tanto en la fase en la que el sujeto se encuentra bajo el efecto de los psicotrópicos, como en la de abstinencia y en ese sentido, es y debe ser el Estado quien debe tener el monopolio de la distribución de estas substancias.
El monopolio debe tenerlo el Estado a través de sus instituciones de salud; para suministrar todas las sustancias y que estas sean más accesibles para el consumidor, incluso, después de una valoración médica, deberían ser gratuitas y eso permitirá también observar las conductas de los pacientes con tratamientos y monitoreo por parte del Estado.
Si el Estado tiene el monopolio; puede combatir más eficazmente con sus instituciones de seguridad y defensa a las organizaciones criminales trasnacionales, que desafían la seguridad pública y la seguridad nacional, tratando de introducir y comercializar sustancias psicoactivas de manera ilícita, pero un dato adicional si el estado le brinda el tratamiento al adicto de forma gratuita o a precios muy accesibles, pasan dos cosas, la primera es que el crimen organizado no podría competir contra el Estado porque no le resultaría rentable y la segunda es que habría menos muertes de consumidores, porque consumirían productos que no estarían adulterados, sin olvidar que también dentro de la estrategia el estado implementaría campañas para la prevención de adicciones y campañas para recuperar a los enfermos rehabilitándolos para integrarse a la sociedad porque no debemos olvidar de que el Estado, no puede y no debe, mandar señales confusas, en relación a la aceptación del consumo de drogas en virtud de que el consumo de drogas y su abuso conlleva una serie de problemas de salud, sociales, de seguridad, laborales y familiares. Por lo que la adicción a las drogas afecta a todos los ámbitos de la persona y de la sociedad y es por ello, que es el Estado a través del monopolio del mercado el único que podría evitar a través de diversos tratamientos las recaídas y que no se repitan los patrones de conducta que han llevado a la persona a las adiciones.
En conclusión si el Estado tiene el monopolio del mercado de las drogas; puede prevenir las adicciones para que no aumenten los enfermos y al mismo tiempo evitar muertes por consumir sustancias en las calles, pero sobre todo, se podrá alertar de los peligros a los niños y los jóvenes previniendo y disminuyendo la tasa de crecimiento de adictos. Por otra parte; las instituciones de seguridad y defensa, podrán combatir otro tipo de delitos de alto impacto y no distraer los esfuerzos en una guerra contra las drogas que jamás tendrá fin.
Esta propuesta; no es un invento, ya fue aplicada y precisamente, fue en México y durante su corta aplicación, se pronosticaban buenos resultados, Cuando Todas las drogas eran legales en México. El 5 de enero de 1940, el presidente de México Lázaro Cárdenas hizo algo verdaderamente revolucionario: promulgó el Reglamento Federal de Toxicomanías. Eliminó los viejos edictos punitivos sobre los delitos de drogas, autorizó a los médicos a recetar narcóticos a los adictos, estableció clínicas ambulatorias para ayudarlos y formuló peticiones más amplias para tratarlos como enfermos y no como criminales, por lo que venta y la compra de pequeñas cantidades de drogas, incluida la marihuana, la cocaína y la heroína, fueron efectivamente despenalizadas, pero el Estado tenia el Monopolio del mercado. Atraer (al adicto) —en lugar de perseguirlo—, registrarlo y someterlo a tratamiento médico y psicológico (…) constituirá un medio fundamental para combatir la adicción. Los bajos precios que ofrecían esas clínicas del gobierno, también paralizaron el comercio ilegal, esos precios socavaron a los distribuidores ilegales de los traficantes de drogas. En la atmósfera internacional actual, la política de México de 1940 parece curiosamente profética.