Talento humano y tecnología para fortalecer la seguridad
En Criminal Justice International Associates (Consultores de Justicia Internacional y Asociados) CJIA; bajo el liderazgo de su CEO Jerry E. Brewer; sabemos que la preparación profesional de militares, policías y agentes de investigación en el mundo; requiere forzosamente de entrenamiento y capacitación, ya que las experiencias aprendidas, nos enseñan que la adquisición de la tecnología contra el crimen es lo de menos, porque el desafío que tenemos, es cómo potenciamos su buen uso y no cualquier persona puede capacitar al personal.
En tal virtud; todos sabemos que nos encontramos en medio de la mayor revolución tecnológica de la historia y esto, nos abre nuevas oportunidades de innovar en las respuestas contra crimen y diversas amenazas a la seguridad.
Pero para que esta revolución despliegue todo su potencial, debemos pensar más allá de la tecnología per se y enfocarnos en paralelo, a la construcción del talento humano.
Partiendo de ese punto; se debe tener en el radar que la sola adquisición de la tecnología contra el crimen no es lo más difícil, toda vez que es más complejo e importante, pensar en el ecosistema en el cual se adoptará esa tecnología.
Es decir; la infraestructura si será en zona urbana o rural y al mismo tiempo, tener una visión que defina su propósito, promover una cultura de colaboración y transparencia, y el quid del asunto, construir un talento humano a la altura de la innovación, porque es como darle un piano a una persona que no sabe tocarlo y simplemente, al final, al no saber usarlo, lo usara de mesa y no explotará su verdadero potencial.
Particularmente en América Latina y el Caribe; es una zona que enfrenta grandes desafíos en materia de seguridad, de hecho, es la única región del mundo en donde el homicidio tiene índices en crecimiento crónico y es un grave elemento degenerativo de la sociedad.
Incluso; según diversas encuestas y estudios en la materia, en países con tasas de homicidio relativamente bajas, los ciudadanos consideran la inseguridad como el principal problema.
Delitos como el robo con violencia han aumentado, así como cobro de piso, secuestros, tráfico de drogas y otras actividades delictivas causan un grave deterioro no solo a la seguridad publica sino que, también, están vulnerando la seguridad nacional.
El microtráfico de drogas por ejemplo, se ha convertido en una epidemia de nuestras ciudades en todo el Continente Americano y esto genera una serie de delitos alrededor de esos lugares donde se desplaza el narcomenudeo y genera el crecimiento de las pandillas y estas pandillas con las nuevas herramientas tecnológicas, también se han sofisticado, haciendo alianzas con organizaciones criminales trasnacionales modificando los delitos tradicionales.
Por ejemplo; para robar dinero, ya no hay que robar un banco, inclusive, la tecnología ha permitido ataques cibernéticos que jamás nos hubiéramos imaginado y en ante estos hechos vemos que el cibercrimen no es una amenaza del futuro para la que nos debemos preparar, ya es una amenaza del presente para la que no estamos preparados.
Y si bien es cierto que ante esta situación; los Gobiernos están dedicando importantes recursos humanos y financieros para combatir la delincuencia, también es cierto que, lo más importante, es que a la hora de contratar servicios y productos, no saben explotarlos al máximo, y no siempre sus adquisiciones van en la dirección correcta y por lo tanto, siguen obteniendo resultados ambiguos.
De hecho, a menara general se calcula que los países de la región asignan en promedio 5% del gasto público a las instituciones de seguridad y de justicia, pero paradójicamente, también encontramos que los países que más gastan en seguridad, han visto pocas reducciones en el crimen.
El mayor ejemplo lo tenemos en México; done se han gastado miles de millones de pesos y de dólares en el fortalecimiento institucional desde que inicio el presente siglo y durante 25 años, a pesar incluso, de contar con recursos enviados de Europa de Canadá y principalmente de los Estados Unidos, que es quien más ha invertido, primero con la Iniciativa Mérida y posteriormente con el Entendimiento Bicentenario, observamos que la organización de mapeo y análisis de violencia ACLED (Armed Conflict Location & Event Data) ha situado en su informe de 2024 a México como el cuarto país con el nivel de conflicto más extremo del mundo, solo por detrás de Palestina, Myanmar y Siria.
De ahí la importancia de CJIA; que al tener un alto potencial para poder entrenar a militares, policías y agentes de investigación, se puede hacer uso eficiente de las aplicaciones de la tecnología contra el crimen con resultados positivos e inmediatos.
Desde lo más básico hasta lo más novedoso, podrán observar que en la región, existe una gran heterogeneidad en cuanto al uso de las herramientas tecnológicas en los sectores de seguridad y justicia y es ahí donde con nuestros cursos liderados por Jerry E. Brewer, logramos hacer más con lo menos, ahorrando tiempo, dinero, esfuerzo y protegiendo las vidas humanas de los ciudadanos pero también de los encargados de hacer cumplir la ley al realizar operaciones menos riesgosas pero con tácticas que permiten alcanzar los objetivos, impactando en la reducción de la incidencia delictiva y en el aumento del prestigio de las instituciones por su sociedad.
Lograr esto no es fácil; primeramente debemos estar en el terreno para poder capacitar al personal, todo depende del país, sus recursos y la dinámica de las organizaciones criminales que operan en el lugar y sus vínculos en el territorio y hacia el exterior y todo lo que las potencializa.
Sabemos que algunos cuerpos policiales están utilizando avanzados sistemas de información para afinar sus estrategias de patrullaje, inclusive han desarrollado potentes algoritmos de predicción para anticiparse al crimen.
Por ejemplo, México logró integrar en una sola plataforma 34.000 bases de datos de más de 250 instituciones de gobierno, y en su tiempo esto ha contribuido a mejorar la inteligencia operativa criminal, se llamó Plataforma México, operada por la Policía Federal, institución desarticulada por la administración del Presidente Andrés Manuel López Obrador, el costoso sistema que el expresidente Felipe Calderón presumía como estratégico para combatir el crimen. La fuga del narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán puso bajo la lupa la eficacia de este millonario instrumento diseñado por Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad Pública, y puesto en marcha a través del empresario Carlos Slim.
Pero pregunto ¿Falló el instrumento o fallo el recurso humano? De nada sirve tener toda una tecnología si no se tiene un adecuado y selecto grupo de elementos bien entrenados, capacitados, pero sobre todo bien vigilados, ya que lo que falló fue la contrainteligencia y las estrategias para evitar la corrupción que lograran romper evitar los vínculos de servidores públicos con delincuentes y eso solo se logra formando un grupo élite de asuntos internos y de contrainteligencia.
Hoy en el actual gobierno; no se habla de Plataforma México la cual está prácticamente desmantelada, pero el problema no fue la tecnología, sino el recurso humano ¿Qué están haciendo al respecto?
Los sistemas de justicia no se han quedado atrás y varios países han buscado facilitar la denuncia en línea, y en otros, se ha comenzado por facilitar la digitalización de los expedientes judiciales, ante esto, los gobiernos deben invertir en su recurso humano para que cuando deba actuar la policía esta no quede rebasada ante los llamados de auxilio y en sus actividades de investigación, no exista rezago para integrar carpetas judiciales, porque la tecnología los comerá.
Países como Colombia han ido más allá; y se está utilizando la inteligencia artificial para agrupar cientos de denuncias, encontrando en cuestión de minutos, patrones y asociaciones criminales que antes eran imposibles de identificar, la ciencia ayuda pero se requerirá cada vez mas de capacitación y profesionalización del personal.
Por eso desde CJIA, que hemos estado por más de dos décadas directa o indirectamente involucrados en más de una docena de reformas policiales y hemos participado en varios proyectos y programas que buscan prevenir y reducir la violencia y en varios de ellos, hemos apoyado a los gobiernos en el entrenamiento y en el buen uso de la tecnología para potenciar los resultados debemos seguir buscando alianzas y ofrecer las alternativas para modernizar sus equipos pero potencializando el talento humano.
Hemos visto mucho, y hemos aprendido incluso de los errores, por lo que a manera de conclusión, me permito compartir cinco elementos clave para dar una respuesta efectiva al crimen y la violencia potenciando el buen uso de la tecnología:
Primeramente debemos estar conscientes de que la tecnología contra el crimen; es simplemente una herramienta, y es importante tener una visión clara para su uso.
Hemos aprendido que la innovación digital es más efectiva; cuando son entrenados adecuadamente los elementos militares, policiales y agentes de investigación y este entrenamiento, por lo tanto, es parte de una estrategia más amplia de modernización institucional, y no debe ser entendido como una iniciativa aislada.
Por ejemplo, es común que los gobiernos adquieran cámaras con propósitos de disuasión, control o la investigación del delito, pero a pesar de ser una de las opciones tecnológicas más populares, muchos gobiernos tienen muy poca evidencia de dónde funcionan y qué impacto tienen. Es decir; se requiere de un trabajo de inteligencia que indique donde deben de estar ubicados georreferencialmente y que estas herramientas nos aporten la información que deseamos registrar y procesar para el diseño de las estrategias a implementar.
Segundo; para aprovechar los productos de inteligencia y la abundancia de datos para mejorar las respuestas al crimen, es fundamental promover plataformas de interoperabilidad que permitan la colaboración entre las instituciones de seguridad y justicia, en ese sentido, necesitamos también, una cultura de apertura y un claro entendimiento de los beneficios de compartir información.
En el sistema de justicia criminal; se ha demostrado que la interoperabilidad que vincula datos de las cortes, policías, fiscalías y sistemas penitenciarios, aduanas fronteras y migración, ha permitido la impartición rápida y efectiva de la justicia.
Tercero; actualmente, las instituciones de seguridad y justicia disponen de instrumentos que les permiten predecir el delito, diseñar estrategias de patrullaje e incluso determinar sentencias, incluso, algunas policías ya cuentan con algoritmos predictivos capaces de identificar posibles reincidentes, a quienes monitorean permanentemente.
A raíz de esto; surge un gran debate entre la urgencia de mejorar la eficiencia policial, y los riesgos que estos mecanismos suponen a los derechos humanos y la privacidad, por ello, los gobiernos y las personas deben conocer y entender ¿Qué está detrás de estos algoritmos predictivos? y ¿Quién los regula? Esto también se hace con campañas de información, trabajo de campo y contacto policía y ciudadano.
Cuarto; sabemos que la revolución digital ha puesto a disposición de los Gobiernos un volumen de equipos que procesan datos sin precedentes, pero si logramos que los funcionarios recorran la ruta que va del dato a la información, y de la información a la inteligencia analítica, podremos dotar a sus policías, agentes de investigación y en su caso a los militares, de entrenamiento capacitación y perspectivas más estratégicas para prevenir la delincuencia.
No solo la adquisición de equipos es clave; porque debemos desarrollar las habilidades digitales de los militares, las policías, los agentes de investigación, fiscales, jueces y gendarmes para que puedan aprovechar plenamente las oportunidades que brinda la tecnología y la ciencia.
Y quinto; se requiere actualizar el marco jurídico; sabemos que las normas no han avanzado tan rápido como la tecnología, el crimen avanza a velocidad de internet y las reformas legales avanzan a la velocidad burocrática, por lo que es fundamental que nos hagamos las siguientes preguntas importantes: ¿Cómo equilibramos la necesidad de mayor seguridad con el derecho de la privacidad? ¿Debemos auditar algoritmos que afectan nuestras vidas? ¿Cómo vamos a proteger nuestra infraestructura crítica e información confidencial ante el avance criminal o de potencias extranjeras que amenazan la seguridad nacional en un contexto de guerras híbridas?
Debemos ser conscientes de que la línea entre utilizar la tecnología para la prevención del crimen o para el control por parte del Estado es muy delgada.
Por ello, la gobernanza digital centrada en las personas, es fundamental.
La tecnología se puede convertir en un arma de doble filo sino definimos como sociedad para que la queremos y como utilizarla eficazmente con personal altamente calificado.