¿Seguirá siendo atractiva Groenlandia para Trump? El Ártico, un escenario geopolítico en disputa.
El Océano Ártico se encuentra en el centro de una pugna geopolítica por controlar sus recursos petrolíferos y gasíferos que ha generado una creciente militarización de la región. Rusia, Estados Unidos, Canadá, Dinamarca y Noruega se disputan el control de sus espacios marítimos.
Derivado de lo anterior; se puede observar que en los últimos años, el calentamiento global ha aumentado las temperaturas en el Ártico, lo que abre la posibilidad de que, tanto embarcaciones comerciales como militares, puedan navegar por donde antes era imposible hacerlo y en este contexto, tanto Rusia como China llevan ya tiempo aumentando su presencia en el Ártico, mientras, Estados Unidos anunció a finales de agosto del año 2022, la creación de un cargo de embajador en el Ártico. A consecuencia de la guerra Rusa-Ucrania; tanto la OTAN como Estados Unidos aumentan también su presencia en el Ártico, como consecuencia del aumento de la actividad militar de Rusia en esa zona, tal como lo explicamos en Ofcs-Report en el artículo titulado ¿Por qué Rusia está al acecho de Estonia? Debemos tener en el radar que desde 1991, cuando las repúblicas bálticas (Estonia, Letonia y Lituania) obtuvieron su independencia de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, establecieron cuatro objetivos fundamentales en el marco de su política exterior: asegurar su independencia, iniciar con un arduo proceso de transformación postsocialista, integrarse en la Unión Europea y en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), así como rechazar cualquier intento por parte de Rusia para incorporarlos nuevamente en su zona de influencia de post guerra fría y en ese sentido; la integración de los países bálticos en la UE y en la OTAN tiene su fundamento en aspectos políticos, económicos, pero sobre todo en materia de seguridad.
Es por ello que desde la visión de la teoría de la seguridad compleja; Estonia, Letonia y Lituania, recurrieron a los organismos de cooperación económica y de seguridad occidentales en aras de fortalecer su independencia y soberanía, así como para dirimir los conflictos postsocialistas que podrían resurgir con Rusia.
Adicionalmente debemos tener en el radar que las repúblicas bálticas percibieron que las nuevas amenazas a su seguridad no provenían sólo de Rusia y de la zona gris de Europa, sino de una perspectiva mucho más dimensional, por lo que los problemas trasnacionales, como las migraciones masivas, la proliferación de armamento nuclear exsoviético, los conflictos étnicos, el crimen organizado y la inestabilidad política y económica en Europa oriental constituyeron las variables sine qua non a la luz de su adhesión a la Unión Europea y la OTAN.
La Ruta Marítima del Norte, es una vía marítima que está despejada entre los meses de julio y noviembre, conecta Europa y Asia en menos tiempo que a través del Canal de Suez. De hecho, un barco que saliera de Yokohama tardaría 13 días menos en llegar hasta Rotterdam, lo que implicaría un ahorro de cientos de miles de dólares por viaje.
Es evidente que Trump y el partido republicano están más unidos que nunca, sobre todo después de que atentaran contra su vida y también, es previsible que el partido demócrata enfrenta varios problemas para poder ganar las elecciones en el próximo mes de noviembre de 2024, por lo que el triunfo para un segundo mandato de Donald Trump está casi concretado.
Durante los cuatro años que gobernó Donald Trump los Estados Unidos; propuso comprar la remota Groenlandia, lo cual, en ese entonces podía haber sonado como una extraña ocurrencia ya que es el territorio menos poblado de la Tierra, con 2.166 millones de km cuadrados y solo 57.000 habitantes.
Groenlandia; es un territorio autónomo dependiente de Dinamarca, país que le transfiere el 60% de su presupuesto anual y controla su política exterior y de defensa.
La propuesta de Donald Trump de comprar Groenlandi; no es la primera de la historia ya que la idea fue considerada durante la década de 1860 por el entonces presidente Andrew Johnson, un informe del Departamento de Estado de 1867, sugería que su localización estratégica, junto con la abundancia de recursos, la convertían en una adquisición ideal.
En 1946, al finalizar de la Segunda Guerra Mundial, con Groenlandia situada entre Estados Unidos y la URSS, el territorio se convirtió en un punto clave para evitar un hipotético ataque soviético, es por ello que el presidente Harry Truman, ofreció a Dinamarca US$100 millones en oro por Groenlandia, pero Dinamarca rechazó la oferta.
La negativa danesa, sin embargo, no fue un impedimento para que los dos países firmaran un tratado de defensa en 1951 que, junto con la creación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) permitió a Estados Unidos construir una base aérea en Thule, a menos de 1.600 kilómetros del Polo Norte, en la costa noroeste de la isla.
Y es verdad; basta mirar un mapa desde arriba, para ver lo cerca que están Groenlandia, Rusia y Alaska, lo que hace a Groenlandia un foco importante de las defensas estadounidenses que tienen una importante base allí, con sistemas de rastreo espacial y de detección de lanzamientos de misiles.
La zona es tan importante estratégicamente; que según avanza el deshielo y la apertura de las rutas marinas, la zona se vuelve hasta crucial para los países que están físicamente cerca, pero también para China.
Es por ello que la base estadounidense, es operativa en la actualidad, es la única instalación existente al norte del círculo polar ártico y el puerto y base aérea más septentrionales que posee Estados Unidos, lo cual la convierte en clave en caso de que estallara un conflicto en el Ártico.
En ella; tiene Estados Unidos estacionado el Duodécimo Escuadrón de Alerta Espacial, un grupo de oficiales y personal de su Fuerza Aérea que se encarga de la vigilancia antimisiles y espacial mediante un enorme sistema de radar es un lugar ideal para rastrear misiles balísticos intercontinentales y satélites en órbita terrestre baja.
A Trump le interesa que Estados Unidos pueda reforzar su presencia en el Ártico para que, entre otras razones, contrarrestar la creciente presencia rusa y china en la zona, tanto militar como civil.
Esto haría más difícil a Rusia sellar su control de la Ruta del Mar del Norte y aliarse con China para monopolizarla ya que esta ruta es la vía marítima más transitada del Ártico y pasa por aguas territoriales rusas, misma que va desde el mar de Barents, cerca de la frontera rusa con Noruega, hasta el estrecho de Bering, entre Siberia y Alaska, los barcos que navegan por ella necesitan permiso de Rusia.
A esto; debemos sumar el tema de los recursos naturales, en donde en medio de los esfuerzos globales en la búsqueda de combustibles alternativos, las autoridades groenlandesas cuenta ya con su plan para convertirse en una nación petrolera integrado por 10 puntos donde plantean una estrategia de cinco años para comenzar con prospecciones a la búsqueda de petróleo.
Se estima que en el Ártico, región en la que está Groenlandia, está un 13% de las reservas petroleras por descubrir, además, en el año 2013 el parlamento groenlandés levantó la prohibición para las actividades de minería de materiales radioactivos como el uranio, toda vez que la isla posee algunos de los depósitos más grandes que existen de “tierras raras”, de las que hay en Groenlandia neodimio, praseodimio, disprosio, terbio y además del uranio, también hay derivados del zinc, entre otros.
La gran mayoría de las tierras de Groenlandia; posee propiedades comerciales únicas y que son materias primas clave para la producción de tecnologías de la comunicación y energía, como turbinas eólicas, vehículos eléctricos o celulares, en donde China, ha conseguido un papel monopolístico en todos los segmentos de la cadena de valor asociada a estos elementos químicos, considerados como materia prima fundamental por la Unión Europea y Estados Unidos, de hecho, la UE importa el 90% de sus tierras raras de China y en Groenlandia, el país asiático ha estado involucrado en el Proyecto Kvanefjeld, en el sur de la isla, un plan para construir una mina de uranio y tierras raras (neodimio, disprosio e itrio, entre otros) conjuntamente con una empresa australiana.
Pero este no ha sido el único intento de China de aumentar su presencia en Groenlandia ya que en el año de 2018, una oferta de una empresa estatal china para construir tres nuevos aeropuertos en la isla acabó provocando que el gobierno danés aportara la mitad de la financiación, lo que fue ampliamente interpretado en Groenlandia y Dinamarca como un movimiento para mantener a China alejada y evitar que pudiera contar con un aeropuerto para sus aviones militares, así como de un mayor poder económico sobre el gobierno local.
La cuestión de la minería en Groenlandia, y notablemente la inversión china en ese sector, ha provocado deliberaciones sobre qué constituye y qué no una cuestión de seguridad y defensa, así como si los intereses económicos de China en Groenlandia pueden jugar un papel en los debates existentes sobre la futura independencia de Groenlandia.
Hace unos años la propuesta de Trump tuvo pocas posibilidades de éxito, pero es seguro que, una vez que regrese a la Casa Blanca, él podría presionar a Dinamarca para ser firme contra una mayor expansión de los intereses chinos en el territorio y dar más espacio comercial y militar a Estados Unidos
En todo caso; es una muestra de la creciente importancia estratégica de esta remota isla y de la región del Ártico como uno de los escenarios geopolíticos emergentes, es porque, en tiempos de crisis, la zona puede ser una “salvación”, sobre todo desde el punto de vista energético, pues posee petróleo, gas natural, estaño, manganeso, oro, níquel, plomo y platino.
La zona ártica es política y geográficamente diversa. En tal virtud desde el año de 1996, se creó el Consejo Ártico, un foro cuyo propósito es el mantenimiento de la paz y la estabilidad en la región. El Consejo declaró que existen ocho estados árticos: Noruega, Suecia, Finlandia, Dinamarca (por las islas Feroe y Groenlandia), Islandia, Rusia, Estados Unidos y Canadá. Cada uno de ellos reclama derechos diferentes sobre el Ártico.
Canadá, por ejemplo, insiste sobre el derecho de las autóctonas; Estados Unidos lo hace sobre el medio ambiente, Dinamarca respecto al clima, Noruega sobre los recursos pesqueros. Pero los fines últimos de cada uno de ellos van más allá de las motivaciones que sugieren.
Cabe destacar, que Estados no árticos como el Reino Unido, Alemania y Francia fueron invitados como observadores de este foro intergubernamental. La solicitud del estatus de observador por parte de la Unión Europea sigue pendiente. En mayo de 2013, China y otros cuatro estados asiáticos, incluidos Japón y Corea del Sur, fueron admitidos también como observadores en el Consejo Ártico.
Rusia y China por su parte; han firmado acuerdos para la navegación y extracción de recursos. Los expertos coinciden en que Rusia necesita la inversión china en su sector energético. Además, los Estados deben cooperar para afrontar las consecuencias del cambio climático en el Ártico. Por ejemplo, en el Ártico ruso, la descongelación del permafrost, la capa de suelo permanentemente congelado, puede generar altos costes. Las infraestructuras rusas deberán adaptarse.
En ese sentido; China mantiene intereses comerciales en la región. Con la llegada de Xi Jinping, el gobierno chino quiso lanzar la iniciativa de la Ruta de la Seda. Este proyecto pretendía establecer un corredor que cruce el Círculo Polar y conecte al país asiático con tres grandes polos económicos: América del Norte, Asia Oriental y Europa Occidental. La intención de Pekín es utilizar rutas marítimas abiertas por el calentamiento global, lo que permitirá abreviar el tiempo y el coste del intercambio comercial.
Todo esto desvela las ambiciones de las superpotencias mundiales; Rusia por ejemplo, ya cuenta con una flota de por lo menos, cuarenta rompehielos para controlar el Ártico, mientras que Estados Unidos movilizó en tiempos del gobierno de Trump de manera urgente, 700 millones de dólares para financiar un rompehielos pesado, ya que el único que tenía en la zona durante esos años, contaba con más de 40 años.
Así lo podemos observar en el video La guerra del Ártico: la vía comercial que enfrenta a China, Rusia y Estados Unidos, un trabajo periodístico de investigación realizado por El Confidencial. Trump ha luchado por comprar Groenlandia y mantener una la lucha por la Ruta del Ártico y no es por el control de los rusos en la zona, el nerviosismo estadounidense es porque han llegado los chinos. Aún se recuerda hace 20 años que la gente estaba hablando de la NSR [ruta del Ártico] y diciendo que era algo complicado, pero cuando se escuchó el término Ruta de la Seda Polar y se observa que los chinos están interesados, Trump irá en serio por controlar esa zona una vez que se esté despachando nuevamente desde la oficina oval, toda vez de que China ha invertido inmensas cantidades de dinero para poder navegar la Ruta del Ártico y se ha calificado a sí misma como un Estado casi Ártico, al tiempo, de que el transporte de mercancías ha aumentado de forma considerable y se prevé que en los próximos cinco años se cuadruplique, de ahí la importancia también de terminar la guerra en Ucrania y tratar de separar los lazos que se construyen entre Rusia y China.