Guerra contra México. ¿Puede Estados Unidos usar a sus militares contra los cárteles de droga en México?
A pesar de que México y Estados Unidos intercambian bienes y servicios por alrededor de 780 mil millones de dólares al año, el Partido Republicano ha encontrado en México un tema común para explotar en la campaña presidencial, en un video publicado por Trump, dijo que, si él era reelegido, “ordenaría al Departamento de Defensa que haga un uso apropiado de las fuerzas especiales, la guerra cibernética y otras acciones abiertas y encubiertas para infligir el máximo daño a los líderes, la infraestructura y las operaciones de los cárteles”.
Los representantes Dan Crenshaw (republicano de Texas) y Mike Waltz (republicano de Florida) presentaron un proyecto de ley que busca la autorización para el uso de la fuerza militar para ponerse en guerra contra los cárteles mexicanos.
El senador Tom Cotton (republicano de Arkansas) dijo que está abierto a enviar tropas estadounidenses a México para atacar a los capos de la droga incluso sin el permiso de esa nación.
Varios legisladores de ambas cámaras han presentado una legislación para etiquetar a algunos cárteles como organizaciones terroristas extranjeras, una medida apoyada por integrantes del Partido Republicano.
Mike Waltz; que forma parte del Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes, ha señalado que el gobierno de Colombia también se resistía inicialmente a la idea del apoyo militar estadounidense, como lo hace actualmente México, hasta que las administraciones de Clinton y Bush dijeron que iban a enviar ayuda de todos modos y afirma que… “Fue sólo cuando les enviamos algunos mensajes duros que empezaron a cambiar”, dijo, señalando que las actitudes en Bogotá cambiaron a medida que la situación empeoraba en el país.
Además, Waltz sostiene que las fuerzas de seguridad estadounidenses están “desbordadas por la magnitud del problema y la capacidad de los cárteles”. Estados Unidos debería utilizar armas cibernéticas militares para interrumpir las comunicaciones y el flujo de dinero de los cárteles, sugirió, y agregó: “Si necesitamos algún apoyo de drones a lo largo de la frontera, eso no es algo que una agencia de seguridad pueda hacer, es algo en lo que los militares deben ayudar”.
Altas probabilidades; apuntan a una contundente victoria electoral de Donald Trump, quien usara el T-MEC para presionar a México amagando con irrumpir la relación bilateral México-Estados Unidos.
Es previsible que las políticas que implementará contra México se basaran en una agresiva renegociación del T-MEC, al tiempo, de presionar, como lo hizo al final de su mandato, con la designación de los cárteles como organizaciones terroristas, de igual forma reestablecerá aquellas medidas migratorias que le dieron éxito e incluso, también planteará una posible intervención militar en México.
Pero este remedio parece ser peor que la enfermedad.
A principio del gobierno del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador; el Comando Norte de Estados Unidos estimaba que entre el 30 y el 35% del territorio mexicano no tiene gobierno, lo que da espacio a los cárteles de la droga para campar a sus anchas, hoy podemos inferir, que al mantener una estrategia de seguridad errática implementada en todo el país por el gobierno de México, actualmente la fuerza y expansión del crimen organizado puede ser mayor que el 35 % por que los niveles de violencia durante toda la administración de AMLO, son los años más sangrientos que ha tenido cualquier otro presidente, desde Miguel de la Madrid a la fecha.
Mediante un extraordinario trabajo de investigación; mi queridísimo Dr. Sergio Aguayo, en su nuevo libro Siete Presidentes y el Crimen Organizado (1982-2023), nos ilustra sobre Siete presidentes y siete fracasos en materia de seguridad en México.
Sergio nos dice que desde 1982, siete presidentes han intentado domar al crimen organizado. “Todos han fracasado, de tal suerte, que es urgente una estrategia de seguridad integral que incorpore la participación de la comunidad internacional porque, para bien y para mal, ya existen múltiples arterias conectando a la seguridad mexicana pública, privada y criminal; con el exterior”.
López Obrador; rechazó la Iniciativa Mérida que normó la relación de seguridad con Estados Unidos durante la etapa de Felipe Calderón Hinojosa y parte de la administración de Peña Nieto, por lo que en 2021 nació el Entendimiento Bicentenario que tampoco entusiasmó ni a Estados Unidos ni a México.
También nos dice Sergio que “la relación se ha mantenido y desordenado. Eso explica que quienes aspiran a la Presidencia se han comprometido a buscar el apoyo externo, pero sin un concepto unificador que dé coherencia a la colaboración”.
Por su parte; Eduardo Guerrero recomienda avanzar hacia un Tratado de Seguridad para América del Norte (TSAN) (“Nexos”, febrero de 2024). Su diagnóstico se sintetiza en la frase “no podemos solos” porque, argumenta, México tiene a las “organizaciones criminales más sofisticadas, grandes y rentables del mundo” y porque tiene un “aparato policial y un sistema de justicia débiles y proclives a la corrupción”.
La propuesta es muy importante y resulta oportuna; porque con un TSAN, se daría un potente paso al proceso de integración regional, ya que al contar con la colaboración de Estados Unidos y Canadá, se podrían acortar los tiempos para que México pueda hacer una reingeniería institucional en sus instituciones encargadas de hacer cumplir la ley en los tres niveles de gobierno, federal, estatal y municipal.
Pero esta propuesta; en la actualidad, tiene resistencias, tanto en México, como en Estados Unidos y también las tiene en Canadá, y de no eliminar dichas resistencias por lo menos las del lado mexicano, será una forma en la que Trump podría amagar aún más a la próxima presidenta de México, impulsando el unilateralismo estadounidense, al observar que México limita la cooperación conjunta e interagencial.
Luego entonces; si Estados Unidos lanzara operaciones militares unilaterales en México, una de las consecuencias sería que una gran multitud de personas encontraría el camino a los puertos de entrada estadounidenses en busca de asilo y sus solicitudes jurídicamente hablando, serían más sólidas, por que estarían huyendo de una zona de guerra activa en la que participan terroristas etiquetados por Estados Unidos.
Ahora bien, la pregunta es ¿Si el uso de la fuerza contra los cárteles de la droga pudiera afectar la oferta en la crisis del fentanilo? El problema; es que no aborda una estrategia que combata a la demanda y/o un despliegue interno para desarticular toda la cadena delictiva cuyos eslabones abarcan los nodos de la distribución, desde el mayoreo, hasta el microtrafico al interior de los Estados Unidos y en tal virtud, pueden existir otras complicaciones, como las consecuencias que la etiqueta de terrorista podría tener para quienes venden drogas por Internet o las envían por correo, acaso ¿Se encarcelaría a un repartidor de FedEx? ¿Cómo detener el gran volumen de importaciones a México? La Marina mexicana no puede interceptar todo en los principales puertos mexicanos, y las fuerzas estadounidenses a las que se les pide ayuda tal vez sólo podrán atrapar una pequeña fracción más de lo que ingresa ahora a su país, sin contar o anunciar una política integral, interna y externa, no se puede pronosticar éxito total.
La política que antes era considerada una serie de medidas radicales, como la de utilizar fuerzas militares especiales para combatir a los cárteles en territorio mexicano y usar drones explosivos para neutralizar al crimen organizado en México, además de designar a estas agrupaciones, como organizaciones terroristas, hoy representa parte central del proyecto político de Donald Trump y el marco legal de estas políticas ha sido desarrollado por The Center for Renewing America, integrado por personajes con fuerte liderazgo como el gobernador Ron De Santis, el senador Lindsey Graham, los congresistas Michael McCaul, Marjorie Taylor Green y Mike Waltz; así como ex funcionarios de la administración Trump como Ken Cuccinelli y Russell Vought, cuya visión se ha cristalizado en dos opciones que Trump está considerando como posible candidato de formula a la vicepresidencia de los estados Unidos y ahí está el senador por Florida, Marco Rubio, un crítico vocal del gobierno de López Obrador; y el senador por Ohio, J.D. Vance, un político financiado por la estructura de Peter Thiel y la familia Mercer, un grupo comprometido con una visión nativista de la derecha norteamericana y entonces una idea que antes era criticada por ser sorprendentemente mala, hoy se ha vuelto popular muy rápidamente entre un sector de políticos de los Estados Unidos.
El documento de política titulado “It’s Time to Wage War on Transnational Drug Cartels” que en español sería… Es hora de declarar la guerra a los cárteles transnacionales de la droga;describe, posibles justificaciones y procedimientos para que el próximo comandante en jefe republicano declare “formalmente” la “guerra contra los cárteles”, en respuesta a “los crecientes cadáveres de estadounidenses muertos por envenenamiento con fentanilo”.
Hasta ahora; no está claro si Trump estaría dispuesto a llegar tan lejos como propone el documento, pero ha estado especialmente interesado en enviar Fuerzas Especiales a México y ha estado hablando de la idea durante mucho tiempo.
Es claro; que si no se cuenta con una estrategia interna contra la demanda en los Estados Unidos, e intentan usar unilateralmente la fuerza militar estadounidense sin el permiso específico y la plena cooperación de México, para combatir la oferta, será poco probable que un plan de esta naturaleza para perseguir a los carteles de drogas en México tenga mucho éxito, por una amplia variedad de razones estratégicas, históricas, culturales y políticas. Los viejos fantasmas que se avivarán contra la política estadounidense con una acción militar unilateral, serian contraproducentes si se observan los riesgos existentes de las guerras internacionales en curso.
Por lo anterior; vale la pena detenerse en esta propuesta de Trump, no sólo por lo absurdo que es, sino porque ayudará a ilustrar por qué algunos miembros de la derecha, han pasado a planes de guerra más ambiciosos.
La simple idea de enviar a algún tipo de misiles estadounidenses, para atacar laboratorios clandestinos productores de drogas sintéticas en México, no acabaría con el tráfico hacia los Estados Unidos, e incluso, si Estados Unidos tuviera suficiente información de inteligencia para atacar a la mayoría de ellos, los cárteles simplemente los reconstruirían.
Si nos ponemos a analizar la lógica de los estadounidenses que proponen esta estrategia; podremos ver que si los cárteles son una amenaza violenta para el territorio estadounidense, similar a ISIS, entonces, se deduce que Estados Unidos debería hacer lo que hizo con ISIS; es decir, quitarles el territorio que controlan y usarlo como base para operar.
En el caso de ISIS, eso significó ataques aéreos en conjunto con combatientes iraquíes y sirios locales que podían recuperar el territorio en poder del grupo terrorista. Pero; según sabemos, la infiltración del crimen organizado en las instituciones de México, ha hecho que sus fuerzas de seguridad hayan sido corrompidas por los cárteles, cuyas autoridades son incapaces o no dispuestas a librar una guerra contra los traficantes de drogas y por ello, el fracaso de México en detener al Crimen organizado trasnacional, es un factor motivador importante detrás de esta propuesta del partido republicano para actuar de manera unilateral, pero, la propuesta no responde a preguntas básicas, como por ejemplo: ¿Cuántas tropas se necesitarían para una operación y dónde se desplegarían? ¿Qué bajas habría en ambos bandos? ¿Cómo suprimiría la presencia de tropas estadounidenses el tráfico y la producción de drogas cuando no lo hizo en Afganistán?
Y si los cárteles empiezan a utilizar lugares donde no hay tropas estadounidenses ¿Se extenderá la guerra a más partes de México o incluso, a otros países? ¿Se mantendrán los avances cuando se llegue el tiempo de ordenar la retirada estadounidense?
Muchas de estas propuestas mezclan el tráfico de drogas, la migración indocumentada y la violencia como distintos problemas causados por los cárteles, que podrían resolverse con cantidades suficientes de armamento estadounidense y eso, tiene poco sentido como cuestión estratégica, porque cada uno tiene contornos diferentes, e incluso, si los cárteles tuvieran algo que ver en todos ellos, tendría todo el sentido como cuestión política, ya que promueve una imagen de una frontera sin ley, culpando de todo esto a la administración Biden, acusándola de que no está logrando proteger a los estadounidenses por pura incompetencia y eso, se convierte en votos electorales en este momento y una estrategia electoral que le dará buen resultado a los republicanos electoralmente.
Pero lo inquietante es que después de las elecciones; estas ideas puedan pasar de absurdas a políticas públicas. Cuando Trump pidió por primera vez en 2015 un “cierre total y completo” de la inmigración musulmana a Estados Unidos, fue ampliamente rechazado por republicanos y demócratas por igual. Durante su presidencia, Trump intentó hacerlo repetidamente: primero provocando caos en los aeropuertos estadounidenses y, finalmente, implementando con éxito una versión de esa medida y dado que el expresidente es una vez más el gran favorito en la carrera de 2024, y que según se informa está pidiendo “planes de batalla” para una guerra contra los cárteles, la propuesta debe tomarse al menos un poco en serio.
Más aún; el hecho de que estas ideas hayan ganado tanta fuerza en los últimos días, considerando que la moda del uso de la fuerza es una consecuencia de una ideología republicana más amplia, donde la constante confusión entre migración e invasión y la idea de que la importación de fentanilo de China, es un complot deliberado para debilitar a Estados Unidos, ya que según estas teorías, el gobierno Chino, los cárteles y el gobierno mexicano (con su inacción) están facilitando nada menos que la destrucción generalizada de las comunidades estadounidenses con esta droga incluso queriéndola catalogar como arma química, por lo que este tipo de imagen apocalíptica de Estados Unidos, un país que en la realidad, su sociedad está siendo destruida por las drogas y los inmigrantes indocumentados que reducen los salarios, es un tema arquetípico de la era republicana de Trump y una y otra vez, la derecha populista menciona las drogas y la inmigración, junto con el declive de la industria manufacturera y el auge de la “conciencia social”, como algunas de las causas fundamentales del declive terminal de Estados Unidos, cuya única solución que proponen, es lanzar una invasión unilateral en nombre de la lucha contra actores no estatales que amenazan la seguridad nacional estadounidense.
Una nueva guerra entre México y Estados Unidos sería tan temeraria como la de Irak, y posiblemente más, ya que México es geograficamente vecino de Estados Unidos. El hecho de que haya vuelto a ganar popularidad esta propuesta, demuestra que el enfoque del Partido Republicano ha cambiado en los últimos 20 años, y que su belicismo esencial no ha cambiado.
El próximo 1 de octubre de 2024, Claudia Sheinbaum Pardo se convertirá oficialmente en la primera mujer en asumir la Presidencia de México, tanto ella como su futuro canciller Juan Ramón de la Fuente, deberían estar preocupados después del debate entre Donald Trump y Joe Biden, porque si Trump llega a la Casa Blanca, como todo parece indicar que así será, México tendrá que innovar su estrategia de cooperación y de negociación estratégica con Estados Unidos ¿Podrá con el paquete?
Una de las grandes dificultades en este ámbito es la falta de consenso sobre una cooperación con una mirada de integración global.
Enfrentar la adopción de medidas conjuntas o coordinadas por parte de los gobiernos de México y Estados Unidos, con base en marcos legales, es lo que se debe privilegiar, con una visión de seguridad centrada en el absoluto al respeto a los derechos humanos en las tareas de seguridad y protección de las personas.
¿Por qué entonces no tomamos en serio este debate que tiene un apoyo real, generado desde un órgano principal de las Naciones Unidas, en lugar de solo prestar atención a las diferencias entre algunos estadounidenses que quieren la intervención de sus fuerzas armadas contra los cárteles mexicanos de forma unilateral?
La historia ha demostrado que iniciar una acción militar unilateral podría escalar a una seria disputa diplomática con México; abriría heridas y recuerdos ya sanados y superados, al tiempo de que se romperían las relaciones de todo tipo, con consecuencias muy graves, ya que los competidores globales de Estados Unidos serían los mayores beneficiarios de esa ruptura en el comercio y en otras vertientes, lo que afectaría también a Canadá, porque con una guerra de Rusia en territorio de Ucrania, la guerra en Medio Oriente y las tensiones con China que van en aumento en el pacifico, tratar de iniciar un conflicto con México sería una mala práctica estratégica y por el contrario, un tratado internacional en materia de Seguridad y Defensa; evitaría la disputa diplomática que actualmente está creciendo entre México y en Estados Unidos, pero el tratado debe ser Trilateral ya que es necesario sumar en esta corresponsabilidad a un país que se mantiene observando, pero que también, es parte del problema y ese país es Canadá y que también podría ser parte de la solución.
Lograr un Tratado de esta naturaleza, podría ser catalogado como un hecho imposible y la verdad, la palabra imposible, es un concepto que en ciencias sociales, es inadecuado utilizarlo.
Desde luego que en México no se desea ver un desembarco como los realizados en 1846 en Veracruz, pero ahora, en costas Sinaloenses o Jaliscienses, ni mucho menos, en otro puerto mexicano, tampoco es deseable un despliegue de soldados y unidades militares estadounidenses en suelo mexicano de forma unilateral, porque además, sería muy costoso para los Estados Unidos mantener operaciones convencionales de este tipo en México.
En el libro “El Arte de la Guerra” a través de la táctica de “matar a uno espantando a cien mil”; Estados Unidos, podría equipar a las fuerzas Armadas Mexicanas para que junto con las autoridades civiles mexicanas encargadas de hacer cumplir la ley, articulen operaciones conjuntas e interagenciales, integrando en esta estrategia, a los tres países de América del Norte, donde la información de inteligencia sea eficaz para el quirúrgico desarrollo de cada operativo y desarticulando tambien los viculos del crimen con servidores publicos producto de la corrupción.
Se debe pensar en hacer cosas distintas para tener resultados distintos, hoy el fentanilo y las nuevas sustancias psicotrópicas están marcando diversas tendencias en producción, tráfico y consumo. El auge de estas drogas sintéticas ha degradado aún más la viabilidad de las actuales estrategias. De tal suerte que la fuerza militar no debe ser la única opción, se deben impulsar e implementar otras acciones paralelas multidiciplinarias, poque la experiencia nos indica que la participación de las fuerzas armadas en contra de los grupos generadores de violencia (narco-terroristas) es muy eficiente, pero no puede ir como una sola solución, debe estar acompañada de otras vertientes, porque la fuerza militar por sí sola, no ha sido eficaz para disminuir el consumo de drogas y la violencia.
Lo que paso en Colombia; es que se fortalecieron los Carteles Mexicanos en esa Zona y desde Ecuador ampliaron sus ramificaciones delictivas, traficando entre otras cosas, grandes cantidades de cocaína y drogas sintéticas, encontrándose actualmente, una producción con niveles récord de cocaína.
Ojalá este comentario sirva como punto de partida, para lograr un Nuevo Tratado Internacional en la materia. Hay mucho que reflexionar, mucho que aportar y mucho más que proponer para los tiempos que vienen… Mis mejores deseos para que se sigan formando más lazos de amistad y colaboración. Finalmente, el Derecho Penal que queramos depende también del modelo de integración regional que estemos dispuestos a construir.