Narcoterrorismo en México. Actualmente la violencia relacionada con la guerra no convencional contra las drogas representa el conflicto de mayor generación de violencia en el país, provocando algunos atentados que pueden ser catalogados de narcoterrorismo como el de Sinaloa cuando el 6 de noviembre de 2006, un par de artefactos explosivos fueron detonados en las instalaciones del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), esa madrugada otras bombas más, de fabricación casera, estallaron en la sede nacional del PRI, y en un banco. No hubo lesionados, sólo daños materiales. Dos años más tarde la historia cambiaría con los atentados con granadas de Morelia en 2008, Once años después, en febrero de 2019, en el centro comercial Mundo E, en el Estado de México, elementos de Servicios Especiales de la policía estatal desactivaron un artefacto explosivo casero. Estos hechos y similares han quedado consignados en carpetas de investigación como delitos de terrorismo y son investigados por la Fiscalía General de la República (antes Procuraduría) y ahí siguen encarpetados.
También los tiroteos en Guanajuato e Hidalgo en 2009 y el atentado al casino de Monterrey en 2011, vehículos usados con explosivos en Chihuahua y en la Ciudad de México el fallido atentado de colocar una bomba en el estacionamiento de la Secretaría de Seguridad Publica en la Ciudad de México, donde muriera el terrorista y dejara gravemente lesionada a su acompañante cuando el artefacto les explotó en plena vía pública caminando hacia las instalaciones de la Secretaría.
También viene a la memoria, la desaparición de los 43 estudiantes de la normal de Ayotzinapa, el fallido atentado contra el actual Secretario de Seguridad de la Ciudad de México Omar García Harfuch, el Culiacanazo para liberar a los hijos de el Chapo Guzmán y los atentados contra la familia LeBarón.
Últimamente fueron los ataques contra civiles en Tamaulipas y son cientos los vídeos donde aparecen delincuentes amenazando y provocando terror decapitando personas, sicarios comiéndose el corazón de contrarios, colgados en los puentes y miles de ejecutados en las calles y lugares públicos, así como la divulgación de mensajes en mantas colgadas en las calles o cartulinas dejadas en los cuerpos de la víctimas y muchos vídeos intimidatorios amenazando a las autoridades con usar la violencia mostrando un fuerte armamento y vehículos militares presumiendo de sus habilidades adquiridas con entrenamiento militar.
Los recientemente ataques a civiles e incendios provocados por el crimen organizado en Jalisco, Guanajuato, Baja California, Chihuahua y Michoacán, ponen el dedo en la llaga y; toda vez que son actividades muy violentas que buscan influir en las decisiones políticas de los gobiernos municipales, estatales y el federal, por medio de la violencia con ataques en contra de la población civil.
Por lo anterior; queda obsoleta la explicación de políticos mexicanos, de algunos analistas, consultores y diversos expertos en la materia, al afirmar que en México no existe narcoterrorismo porque según su análisis, dentro de la definición de terrorismo no existen elemento para afirmar tal situación, pero interpretan incorrectamente, ellos dicen que el Terrorismo busca un objetivo político, y la delincuencia organizada en México su fin último es el lucro económico. Nada más lejano de la realidad y por eso, derivado a esa equivocada interpretación, no se le da el tratamiento estratégico que debiera tener.
Me explico…
México hace un gran esfuerzo para combatir a las grandes organizaciones criminales trasnacionales y también en contra de las bandas; por cierto son muy numerosas, dedicadas al narcomenudeo y otras actividades ilícitas generando violencia.
Se ha demostrado que el consumo de drogas está asociado a conductas delictivas tanto en la fase en la que el sujeto se encuentra bajo el efecto de los psicotrópicos como en la abstinencia; por ello la estrategia contra el narcoterrorismo debe estar también articulada en contra del narcomenudeo y otras actividades ilícitas locales como la extorción y el secuestro.
Un grave dato es que en México se producen drogas tradicionales y drogas sintéticas y por ejemplo el fentanilo está afectado muy fuertemente a los Estados Unidos y a otros países.
En un año mueren violentamente en el mundo cerca de 500.000 personas, el 36% de estas (135 mil aprox) ocurren en Latinoamérica, el 34 % se concentra en 7 países: Jamaica, Venezuela, Honduras, Trinidad y Tobago, Colombia, Belice y México.
El homicidio violento en la región está cada vez más asociado al crimen organizado y a la violencia que genera la delincuencia común, donde el tráfico de drogas sigue siendo la piedra angular.
Las drogas sintéticas están causando más muertes que las drogas tradicionales y cada vez más las drogas tradicionales son adulteradas con drogas sintéticas; como se puede observar, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos, informaron que desde que entró en el mercado en 2013, el fentanilo se ha convertido en la categoría más letal de opioides en la unión americana.
De las sobredosis de opioides en 2017 en los Estados Unidos, 28,000 de esas muertes se debieron a opioides sintéticos, que según los CDC es en gran parte el resultado del aumento en el abuso de fentanilo.
Las empresas chinas producen la gran mayoría de los análogos de fentanilo y precursores de fentanilo; pero México, se está convirtiendo en un importante punto de tránsito y productor de la droga sintética y los traficantes mexicanos parecen estar desempeñando un papel en su distribución en los Estados Unidos y el mundo.
Para 2019, el 74 % de todas las muertes por opioides en los Estados Unidos involucraron un producto sintético.
Según el informe del Centro Nacional de Estadísticas de Salud de los Estados Unidos 91,799 estadounidenses murieron por sobredosis en 2020.
Este fue un asombroso aumento del 31% con respecto a la tasa de 2019 y el mayor aumento de tasas año tras año registrado.
Las muertes por sobredosis de drogas en 2021 continuaron aumentando a 108 mil casos y datos adicionales sugieren una tendencia a la alza en este año 2022.
Se puede observar que el año pasado 2021 en Estados Unidos murieron más de 100.000 personas por sobredosis de Fentanilo; por lo que hoy en día, es la principal fijación de las autoridades estadounidenses para combatir su comercio ilegal.
En México estos grupos criminales, buscan además del mercado internacional, el mercado interno y las luchas por el control de las plazas son muy sanguinarias intimidando incluso al gobierno para la fácil realización del microtráfico del fentanilo y otras drogas, potencializando el narcomenudeo en diversas partes del territorio mexicano, así como para explotar otras fuentes ilícitas muy lucrativas y para ello usan tácticas que están generando violencia, cuentan con sus propios brazos armados con armamento y entrenamiento militar, cuentan con pandillas locales y están desafiando a los tres órdenes de gobierno afectando a la población civil. Esto se trata de una Guerra No Convencional.
Ya no se trata en mantener tranquila “la plaza” para el tráfico de drogas, ahora se trata de imponer miedo para la venta de droga con actos de terror, para traficar personas, hacer cobro de piso, apropiarse de bienes, controlar mercados lícitos e ilícitos, desplazar a los indeseados e incluso, eliminar candidatos y favorecer a otros para tener al poder político de su lado o ser parte del poder, son conocidos los casos de presidentes municipales y gobernadores que son parte de esa delincuencia organizada.
Es una lógica de control territorial a base de generar violencia y terror por lo que se debe hacer frente a la actual amenaza criminal.
Importante recordar la Ley Patriota de los Estados Unidos, esta fue aprobada por el Congreso norteamericano a iniciativa de George W. Bush, un mes después de los actos terroristas del 11 de septiembre de 2001 que derrumbaron las Torres Gemelas de Nueva York y que sumieron en el terror a toda la nación norteamericana.
Esta Ley Patriota; le dio al gobierno de los Estados unidos de América, la facultad unilateral, sin aprobación de nadie más, para intervenir y atacar grupos terroristas que puedan poner en peligro la seguridad nacional de los Estados Unidos.
Eso es lo que ha permitido las intervenciones y operaciones militares en países que toleran e incluso auspician a grupos terroristas como Irak, Afganistán, Libia, Somalia y Pakistán.
La diferencia de aquellos países, es que todos están a miles de kilómetros de distancia de los Estados Unidos. México, en cambio, es su vecino del sur.
Luego entonces sin ser una guerra convencional, las miles de muertes anuales que se le atribuyen al fentanilo, enviado desde México y fabricado con precursores chinos, clasifican esto, ya como un problema de Seguridad Nacional en los Estados Unidos.
Para comparar la magnitud… 80 mil muertos por el fentanilo en los Estados Unidos, equivalen a 26 Torres Gemelas, en donde murieron tres mil.
A esto se suma la extrema violencia armada en la frontera México – Estados Unidos y la que se está desarrollando en la frontera México – Guatemala, en el interior de la República Mexicana, y en si la que está afectando a otros territorios más lejanos en los cinco continentes.
Por lo anterior; se debe analizar la siguiente situación desde la perspectiva de que el crimen organizado tiene un papel importante como actor geopolítico, ya que independientemente de que su fin último es el lucro, la disputa con organizaciones delictivas contrarias también tiene una disputa contra el Estado Mexicano y el poder político, económico, territorial y social.
De esta forma, la delincuencia organizada influye en las acciones de gobierno de la Federación, de los estados y municipios y sus sociedades, así como las relaciones entre sí y con otros países, teniendo como base objetivos tanto económicos, políticos como geopolíticos además del lucro.
Debemos destacar los vínculos de las organizaciones criminales en México con organizaciones terroristas que cada vez es más evidenciado, como por ejemplo en el año 2012, cuando la política estadounidense Sue Myrick afirmó que el Departamento de Seguridad Nacional ignoró la creciente evidencia de la presencia de Hezbollah en México. Estos grupos se hicieron más visibles en 2010, cuando el Departamento de Policía de Tucson informó sobre la conciencia situacional del terrorismo internacional para Hezbollah en México, y señaló el arresto de Jameel Nasar en Tijuana. Nasar había intentado formar una red de Hezbollah en México y América del Sur. Un informe del Subcomité de Supervisión, Investigaciones y Gestión del Comité de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes de Estados Unidos relacionó a las organizaciones terroristas de Oriente Medio con los cárteles de la droga mexicanos.
También es importante señalar que el Crimen organizado trasnacional en México opera fuertemente con alianzas diversas con organizaciones terroristas en Colombia y Venezuela así como de grupos delictivos arraigados en esa zona y en toda América Latina.
Antonio Salas uno de los periodistas de investigación pioneros en trabajar con el formato de cámara oculta en su libro el “El Palestino”, así como su video documental que se puede ver en internet a través de la plataforma Youtube y también titulado El Palestino, podemos ver a lo largo de esta infiltración de Antonio Salas que desde Isla Margarita a Caracas y la frontera colombo-venezolana, existen campos de entrenamiento en Venezuela, donde los terroristas vascos, la guerrilla colombiana o los muyahidín aprenden tácticas terroristas y siguió la pista de los lazos entre Hugo Chávez y el terrorismo de ETA, las FARC, Al-Qaeda, etc y comprobó que en Venezuela se fabrican terroristas.
En México el terrorismo se define en el artículo 139 del Código Penal Federal (CPF) y dice que impondrá una pena de prisión de 15 a 42 años, y 400 a mil 200 días multa “a quien utilizando sustancias tóxicas, armas químicas, biológicas o similares, material radioactivo, material nuclear, combustible nuclear, mineral radiactivo, fuente de radiación o instrumentos que emitan radiaciones, explosivos, o armas de fuego, o por incendio, inundación o por cualquier otro medio violento, intencionalmente realice actos en contra de bienes o servicios, ya sea públicos o privados, o bien, en contra de la integridad física, emocional, o la vida de personas, que produzcan alarma, temor o terror en la población o en un grupo o sector de ella, para atentar contra la seguridad nacional o presionar a la autoridad o a un particular, u obligar a éste para que tome una determinación”.
El terrorismo en México es considerado una amenaza a la seguridad nacional.
Cuando uno piensa en terrorismo vienen a la mente casos como la destrucción de las Torres Gemelas de Nueva York, en 2001; los ataques con bombas en los trenes de Madrid, en 2004, adjudicados a grupos de Al Qaeda; los múltiples tiroteos a restaurantes, un concierto y ataques suicidas con chalecos explosivos en un estadio de París, en 2015, ejecutados por el Estado Islámico; o el atentado con una bomba casera en el maratón de Boston, en 2013.
Pero a diferencia de esas naciones, los actos de terrorismo en México se vinculan más a hechos aislados, lo que debe representar un terrorismo doméstico como los perpetrados por anarquistas o econanarquistas, que no recaen en el concepto internacional de grupos terroristas y el ejercido en su mayoría por el crimenorganizado trasnacional.
En el país no hay grupos terroristas de origen nacional que caigan en las categorías internacionales, principalmente la de la lista del Departamento de Estado de Estados Unidos, de la Interpol o de la Organización de las Naciones Unidas, sin embargo en el mes de julio de este año 2022 en Estados Unidos un juez dará trato de terrorista al Cártel de Juárez por el asesinato de nueve integrantes de la familia LeBarón.
El narcotráfico constituye una red criminal que comercia con la enfermedad y la muerte; indudablemente comete crímenes contra la humanidad; sus miembros son criminales “desalmados” que no les importa ejercer actos terroristas para cumplir sus objetivos tanto económicos, políticos como geopolíticos además del lucro a base del sufrimiento de otras personas.
Más allá de la “guerra no convencional contra el narco”, la agenda debe centrarse en estrategias contra los grupos narcoterroristas y atender los retos de prevención del terrorismo transnacional, para ello indudablemente se requiere de la cooperación de otras agencia internacionales para hacer acciones conjuntas y empezar por aceptar la realidad que existe en el país y en el mundo.